El
revuelo, interesante y apropiado, que ha traído la
revelación de una estrategia de Manuel Masías, el conservador alcalde de Miraflores, para lo que podríamos llamar
blogspinning, o usar blogs para hacer
spin de su imagen pública.
Partamos por lo primero:
si ha usado dineros públicos para hacer esto, merece destitución. No se trata de una tarea municipal preocuparse por su imagen, y usar el dinero de los contribuyentes para eso debería ser considerado malversación. En fin, probablemente no pase nada.
Ahora, si lo ha hecho como político, merece que le devuelvan su plata, porque la está desperdiciando en una de las obsesiones de los políticos peruanos, comenzando por Alan García: su imagen. Como si con su imagen en la Web o los blogs o Facebook fuera a ganar o perder las elecciones.
Masías no es realmente un político, si no un político de elecciones: existe para ganarlas y luego se olvida de hacer política, y se dedica a ejercer el autoritarismo (obviamente es un juego de palabras para enfatizar el hecho que no tiene interés en sus conciudadanos sino como electores: su manera de hacer política es el autoritarismo). Obsesionado como todo aprendiz de dictador, es decir como la gran mayoría de políticos peruanos, con su imagen, y convencido que la única manera de ganar elecciones es a través de ella, le llega tener enemigos; estoy seguro que variedad de consultores digitales le han dicho que el futuro de la política está en Facebook y Twitter y que su próxima reelección depende de su actuación digital.
Sin duda, Masías no tiene ni tiempo ni ganas para dedicarse a lo digital, como tampoco para muchas otras cosas que normalmente se delegan en profesionales, así que tengan consultores haciéndoles la chamba no tiene nada de raro. Que un político autoritario se obsesione con los ataques, más allá de su verdadera importancia fuera del círculo todavía reducido de gente que se toma en serio la política en la Web, es lógico en su lógica.
Claro está, la cosa es si tiene sentido gastar pólvora en gallinazos virtuales. Incluso en Miraflores, un distrito que podemos asumir tiene una enorme penetración de Internet, sigue siendo necesario darle vueltas a dos grandes asuntos: cómo hacer política, en general, y cómo usar los medios, incluidos los nuevos medios, para hacer esa política "en general".
En 1953, Paul Lazarsfeld postuló que "
las campañas electorales terminan antes de empezar"; la construcción social de un sentido común sobre la política parecía ser inmune a los mensajes mediáticos. Esto llevó al descubrimiento que la mejor manera de ganar una elección era reducirla a lo que se llama
wedge issues: temas que provocan al elector a escoger un candidato que en un análisis de costo beneficio más sofisticado, no sería el más adecuado representante de sus intereses. Los candidatos autoritarios tienden a usarlos con más naturalidad, como
el caso de los republicanos en EEUU lo demuestra, y Masías descubrió hace rato que los distintos fantasmas de la clase media limeña (maricones, cholos, ladrones, fumones, etcétera) funcionan a la perfección.
Los blogueros que lo atacan lo hacen precisamente porque las cuñas que usa son profundamente intolerantes, y la Web es un espacio imaginado de libertad, donde la intolerancia es malvenida. El drama es que Masías hace política en la vida real, donde las cuñas funcionan a la perfección.
Ustedes dirán que la Web 2.0 y la participación y todo lo demás, pero esto no niega que las elecciones se ganan haciendo que la gente vaya a votar por alguien concreto un día concreto, y que las cuñas permanecen más tiempo en la cabeza de la gente que el reclamo por principios. Esto, además que la argumentación sostenida en contra de algo o alguien no se resuelve en una propuesta de votar por alguien en la hora de la hora. Fácil que cuando haya que decidir, finalmente prevalezcan justificaciones casi post-facto frente a la realidad de ausencias concretas de alternativas políticas con nombre y apellido que ofrezcan lo bueno de Masías y eso otro que esperaríamos sea mejor.
No sé si ganará su nueva reelección, pero estoy seguro que Masías seguirá haciendo política como la hace, usando cuñas cada vez que pueda; los blogueros seguirán protestando. La pasión anti crítica de Masías lo llevará a tratar de evitarlo, a pesar que en realidad no es nada que le tenga que preocupar: las elecciones que quiere ganar no se resuelven en la Web, y cualquier acto colectivo de los que protestan servirá para focalizar claramente la diferencia entre los que votan por Masías y los que no gustan de su estilo de gobierno: los que postulan la tolerancia son precisamente la encarnación vívida de las cuñas que el alcalde miraflorino usa para ganar. Esto además del hecho que los que protestan contra Masías no postulan una respuesta unificada, y el elector necesita ver personas concretas que ofrecen cosas concretas, no solo críticas al alcalde. Tranquilamente puede ganar el objeto de las críticas
Gastar energía, dinero y arriegar procesos penales por defenderse de los blogs es una demostración de debilidad y de desconocimiento del real peso de lo digital en la política peruana. Su propio narcisismo e intolerancia lo puede hacer caer, no porque sus adversarios logren convocar una respuesta, sino porque ha pisado un palito que debió ignorar.
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Pero no campeonaron. Fueron soberbios, confiados, se dejaron llevar por su propia excepcionalidad y terminaron siendo derrotados por un gran equipo, con grandes jugadores, pero finalmente estándar, como la Alemania del 74. Esto hizo que se produjera una pequeña injusticia: de los realmente grandes de la era televisiva del futbol, de esos jugadores que hasta hoy son leyendas y que además podemos volver a ver, solo Cruyff no logró ser campeón del mundo.
Es una suerte de pago de una deuda histórica, aunque Sneijder no sea Cruyff, Robben no sea Neeskens, van Bommel no se le acerque al tobillo a Van Hanegem, y Heitinga no sea ni el dibujo de un niño de cinco años de ese gigante que fue Ruud Krol. Ellos que debieron ser campeones, están siendo representados por estos, que son buenos pero que no asombran.
España, a pesar de sus virtudes actuales, es la realidad del aquí y el ahora. Holanda es eso y además un pasado espectacular, y las buenas tradiciones hay que rescatarlas, y la grandeza siempre debe ser reconocida. Por eso, les voy. Por eso, mañana, solo queda gritar ORANJE!
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