sábado, 31 de julio de 2010

Vida digital: capítulo 7

El penúltimo capítulo...

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7. Digresión comunicacional, o viendo más allá de lo evidente

Este libro está situado en una naciente tradición: el intento de entender cómo nos afecta a las personas y a la sociedad la tecnología de información y comunicación, o TIC. Desde novelas de ciencia ficción hasta especulaciones alegres, pasando por una temática que genéricamente se llama “de la sociedad de la información”, hay dos grandes vertientes para aproximarse a estos asuntos: desde el análisis social, y desde el análisis técnico. En medio, la discusión sobre políticas públicas/gestión del desarrollo, sea sectorial o general, muchas veces está informada más por la fascinación técnica que por la realidad social. Desde hace varias décadas, estas vertientes divergen con distintos énfasis, y ocasionalmente las tangentes se cruzan para crear bibliografías que se reconocen parcialmente en ambas tradiciones. No es este un intento de hacer una genealogía de la divergencia, sino apenas de acotarla para poder indicar por qué se opta por un análisis como el que se ha intentado proponer a lo largo de este ensayo.

Tras este exordio, procede reivindicar los aspectos más saltantes de la tradición sociológica: la vida digital no es más que la manifestación precisa, evidente para los individuos, de una transformación profunda de la producción de riqueza, a través de la utilización de la información como insumo y como producto final. Siguiendo a Manuel Castells, es una forma nueva de producción en el gran patrón capitalista. Y sigue con el mismo propósito final, la producción de plusvalía para el beneficio de los que controlan el capital. Como parte de este proceso, la transformación de relaciones de producción y de productos en los mercados transforma a su vez las relaciones sociales, creando formas nuevas de asociación, nuevas formas de intercambio cultural y nuevos conflictos entre grupos sociales que cuentan o no con acceso a las nuevas fuentes de riqueza o a los nuevos productos simbólicos.
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viernes, 30 de julio de 2010

Vida digital: capítulo 6

Como está siendo costumbre...

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6. En defensa de los derechos digitales, o no hay vida digital sin lugar donde vivirla

¿Podemos imaginarnos un mundo sin diarios? Difícil. No se trata de pensar en diarios individuales, porque sí es posible imaginar un Perú sin El Comercio, La República o Expreso; pero resultaría complicado pensar una sociedad sin ningún diario. Incluso con sus fallas y su falta de desarrollo, en el Perú necesitamos estos medios generalistas, que se proponen hablarnos a todos o por lo menos a una gran mayoría de todos nosotros. Si por un lado se postula un sistema político democrático representativo, mientras por el otro no existen medios de comunicación que representen posiciones que tratan de ganar un espacio en el proceso político, terminamos completamente en manos de aquellos que se las arreglan para representarse solo a sí mismos, o que representan como testaferros a terceros. La articulación entre el debate público y el sistema político es una tarea en la que los diarios, al igual que otros medios “tradicionales”, todavía no han sido reemplazados.

Es cuando se inventa la noción de libertad de prensa, convertida ahora en libertad de expresión, que se logran establecer dos conceptos fundamentales para el sistema democrático como lo entendemos: las ideas deben difundirse lo más posible, y las personas pueden recurrir a los medios que difunden estas ideas para expresar sus puntos de vista individuales, e incorporarlos en el debate público. Sin esto, no estamos en condiciones de funcionar en ninguna variante posible de democracia; y es por eso que en países como la Venezuela actual, la presión para impedir que los medios molesten es cada vez mayor.

Por otro lado, es indiscutible que con los medios masivos tampoco funcionamos muy bien...
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jueves, 29 de julio de 2010

Vida digital: capítulo 5

Los primeros párrafos del quinto capítulo de mi libro Vida Digital: la tecnología en el centro de lo cotidiano.

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5. Ciberamenazas

La vida digital tiene intensidades muy variadas, dependiendo del lugar en donde uno viva. No es lo mismo ser ciudadano de, digamos, Burkina Faso, Perú, EEUU o Estonia. En el primer caso, la Internet es más una promesa de difícil realización; en el Perú, es una posibilidad que algunos pueden aprovechar, otros deciden aprovechar, y otros ni pueden ni saben cómo aprovechar. En los Estados Unidos, país que finalmente inventó la Internet y que es sede del mercado de contenidos más grande del mundo, la vida digital es la forma más lógica y cotidiana de aprovechar todo el potencial de consumo y entretenimiento disponible.

En Estonia es distinto. Si se puede hablar de un país donde la vida digital sea la norma, sería Estonia. Luego de su liberación de la Unión Soviética, y con históricas malas relaciones con los rusos a pesar de la significativa presencia de una minoría de tamaño respetable de ese país, los estonios decidieron dar el salto hacia Europa. No ha sido sin problemas, entre ellos emigración, bajas tasas de natalidad y problemas con el idioma, hablado por pocos. Pero el éxito ha sido alto, gracias entre otras cosas a la decisión de desarrollar la inexistente infraestructura de servicios públicos bajo la premisa de hacerlo plenamente digitales.
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miércoles, 28 de julio de 2010

Vida digital: capítulo 4

Aquí van los tres primeros párrafos del cuarto capítulo de mi libro Vida digital: la tecnología en el centro de lo cotidiano.

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4. Viviendo el conflicto: creación, propiedad, consumo y acceso en la vida digital

La transformación del consumo que acompaña a la vida digital tiene manifestaciones muy concretas. Por ejemplo: las ventas de música en los EEUU tuvieron su pico en 1999. Para el 2008, las ventas no alcanzaban a la mitad del monto en dólares tras ajuste inflacionario. En otras palabras, en diez años, el mercado de la música perdió 50% de sus ingresos.

No se trata de música compartida, de piratería o de streams, emisiones por la Web. En todo caso, no se trata únicamente de alguna de estas variables. También puede considerarse la calidad de la música, la saturación del mercado de reposición de LP a CD, el estancamiento de los géneros. Otra explicación puede apuntar a que el consumo de los jóvenes tiene muchos canales a través de los cuales expresarse, como los juegos, el video, o simplemente la comunicación interpersonal.

En los últimos diez años, la coincidencia del auge de la Internet con el deterioro del negocio musical y de contenidos en general ha provocado un evidente caso de post hoc, ergo procter hoc: si X sigue a Y, entonces Y es causa de X. Muy probablemente no sea así, pero lo cierto es que para todo efecto práctico, la relación entre los actores de la vida digital y la economía de consumo de contenidos ha sido visto bajo esta interpretación. El resultado es el conflicto que vivimos cotidianamente. Explicar el conflicto no es simple y, sobre todo, buscar salidas para él es particularmente complicado. Es parte de una tendencia en donde dos maneras completamente distintas de entender el rol de la tecnología se han enfrentado por años. Pero sin intentar no podremos avanzar en la comprensión general del fenómeno que llamamos vida digital.
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martes, 27 de julio de 2010

Vida digital: capítulo 3

Aquí los tres primeros párrafos del tercer capítulo de mi libro Vida Digital: la tecnología en el centro de lo cotidiano.

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3. Sin una red, no tenemos dónde vivir

Cuando hablamos de redes, pensamos inmediatamente en la Internet, y con buenas razones. Nada tiene su alcance, su importancia y sobre todo su peso específico en la vida digital, o para el caso en la vida, así a secas. Al mismo tiempo, la Internet es un artefacto técnico con el que no tenemos mayor contacto, que realmente no nos incumbe, salvo para evitar que deje de funcionar tan transparentemente como hasta ahora.

Una contradicción completamente intencional, que busca, efectos retóricos aparte, indicar la dualidad de la Internet en la vida digital: el canal fundamental de su existencia pero también un sistema alejado de todo uso práctico de los consumidores finales.

En realidad, usamos muchas redes, en varias acepciones del vocablo. Redes de telecomunicaciones, tanto de servicios básicos como también la Internet; redes de servicios, conexiones especializadas basadas en ciertos servicios de la Internet, que nos permiten comunicarnos, consumir y hacer en general; y finalmente las redes sociales, no en el sentido banal que se le da con Facebook, sino como espacios en donde intercambios entre personas ocurren cotidianamente. Lo que integra todo es la Internet, incluso en casos como el texteo, que no funcionan con la Internet, porque el norte que al que apuntan tanto los desarrolladores como los usuarios y partes de la industria es a la interoperabilidad con la Internet.
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lunes, 26 de julio de 2010

Vida digital: capítulo 2

Aquí los dos primeros párrafos del segundo capítulo de mi libro Vida digital: la tecnología en el centro de lo cotidiano.

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2. Los contenidos no existen

Cuando el 25 de junio de 2009 se difundió la noticia de la muerte de Michael Jackson, dos momentos muy distintos de la historia del consumo cultural coincidieron. La forma en la que muchos se enteraron de este acontecimiento, no solo en el Perú sino en los EEUU mismos, fue por correo electrónico o en la Web. Al mismo tiempo, con Jackson murió el responsable del que será el disco más vendido de la historia, sin lugar a dudas.

Lo primero se debió a la hora en que ocurrieron los acontecimientos: media tarde en la costa este de los EEUU, tarde temprana en la costa oeste, la mayor parte de la gente no estaba viendo televisión o cerca de un aparato; conectados por computadoras de oficina o estudio, o por smartphones, a la Internet, la difusión de la noticia en los EEUU y en América Latina hubo de ser rápida y digital. Algunos habrán dudado de su veracidad, especialmente cuando recibieron de segunda mano un correo electrónico; incautamente lo confundieron con correos estafa enviados anunciando, de mala fe, otras muertes, esas sí afortunadamente falsas. No era lo mismo que escucharlo en la radio, o verlo en televisión: si es correo electrónico, ¿cómo sé si es verdad?

Pero lo segundo quizá parece algo aventurado....

domingo, 25 de julio de 2010

Vida digital: capítulo 1

Tres primeros párrafos del primer capítulo de mi libro Vida Digital: la tecnología en el centro de lo cotidiano.

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1. La primera línea: los aparatitos

Como se estila en estos casos, podemos comenzar con un inventario personal. ¿Cuántos aparatitos tengo? Incluyamos solo aquellos que podemos identificar claramente con los formatos digitales. Esto hace que descartemos esa viejo radio tocacassette, el televisor que no sea pantalla plana, y lo que solemos llamar de manera genérica como electrodomésticos.

Diferenciemos entre los aparatos fijos, los portátiles y los móviles. Los últimos están diseñados para permanecer físicamente en el mismo lugar, como un televisor de buen tamaño, una computadora de escritorio o la apoteosis doméstica que es una refrigeradora, de las que ahora vienen con acceso a la Internet; los portátiles se pueden trasladar sin problemas, y no se llevan mal con lugares inusuales, como una laptop, que puede quedarse quieta en un escritorio por meses para luego ser usada en un café, en un parque o un avión. Pero los móviles han sido creados para no tener lugar fijo, para vivir sin ataduras: sin enchufes, sin cables, de tamaño menudo para poder caer en un maletín, cartera o bolsillo sin molestar y, sobre todo, sin perder utilidad.

Lo que se llama la mobility es una condición de uso y de diseño. Para nosotros, los usuarios, contar con aparatos móviles es fundamentalmente para participar de las formas más novedosas de la vida digital; para los diseñadores, es esencial incorporar la mobility como forma de atraer compradores, creando nuevas líneas de productos en el proceso.

sábado, 24 de julio de 2010

Vida digital: el comienzo

Estoy presentando mi libro Vida digital: la tecnología en el centro de lo cotidiano el 3 de agosto de 2010 en la Feria Internacional del Libro de Lima, a las 5.30 en la sala Ciro Alegría. Con este motivo, adjunto los dos primeros párrafos de la introducción, como para que se hagan una idea de la temática y el tono del libro.

0. Introducción, o cómo el cementerio inspira al autor

Hace poco entré al cementerio buscando una mesita. Llamamos cementerio al rincón de la casa familiar en donde se guarda lo que ya no se usa. La gran mayoría de lo enterrado en él recibe el nombre poco adecuado de tecnología: zombies electrónicos unidos en el olvido con electrodomésticos malogrados, papeles en desuso y cajas con manifestaciones del pasado, periódicos, ropa, juguetes, artefactos que realmente nadie volverá a requerir, pero que deben su penitencia en el cementerio a la ilusión de la utilidad futura, una redención utilitaria que todos sabemos no vendrá.

En este cementerio me reencontré con un amigo de infancia: mi televisor. 19 pulgadas, pantalla curva, empotrado en el interior de un mueble de madera brillosa y esmaltada, con diales y perillas, ese viejo televisor mostraba imágenes en blanco y negro y por su tamaño ocupaba el centro de la casa, en la sala, o a veces en el comedor; en una era con apenas tres estaciones de televisión, no importaba que obligara a pararse para cambiar canales. Detrás de él estaba esa mesita alta que quizá tenía más tiempo en el cementerio que el televisor, pero que resultó viable más allá de su supuesta irrelevancia: ahora carga sobre sí mi nuevo televisor, de 22 pulgadas pero en aspecto panorámico, tan ligero que lo puede levantar un niño de 10 años y que, aparte de necesitar su propia mesita, ha sido diseñado no para mostrar televisión, sino para recibir señales de distinto tipo y calidad, entre las cuales eventualmente, puede estar la televisión. Esos diales y perillas de antaño han sido reemplazados por un ahora ubicuo control remoto, pero ni siquiera me fijaré en él, puesto que el mando inalámbrico de la consola de juegos que conectaré al televisor se encargará de todo: mis gestos controlarán la máquina.
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miércoles, 21 de julio de 2010

En Fiestas Patrias, ¿quiénes somos nosotros?

La controversia de la bandera ha sido un tema interesante estos días. Claro está, en la blogosfera local ha tenido más impacto que en los medios, y estoy seguro que para muchos compatriotas el tema no importa, o es "lío de blancos". Creo que en general sirve para preguntarnos también qué significa ser peruanos, o por lo menos, qué significa que uno se defina como peruano.

Como lo dije hace un tiempo: "¿Somos peruanos porque compartimos prejuicios, aunque nos afecten distinto? Tal vez esa sea la mejor manera de definirnos."

En este caso, podría replantear la aseveración, y decir que somos peruanos porque nos afectan los prejuicios de algunos, de la misma manera que nuestros prejuicios afectan a otros. Partamos por lo básico, descartando la ambigüedad: la actitud estúpida de algunos que vieron en la bandera con el rostro de Tupac Amaru a un símbolo terrorista, fue agravada por la necedad policial, que convirtió un problema que podría haber sido menor y municipal en una cuestión de orden interno y seguridad nacional. Profundamente idiota.

Y sin embargo, hay algo ahí... pues aunque no tengo claro el marco legal, sí es cierto que poner la bandera es obligación, y demás está decirlo: es poner LA bandera, no la interpretación que uno u otro hagan de la bandera. Podrá sonar decimonónico o ridículo, pero el símbolo, en su integridad, finalmente importa.

Claro, podría y debería haberse resuelto con un policía municipal diciéndole al que trasgredió la norma que cambie por la bandera oficial, y que pague una multa; claro está también, en el Perú, eso suena francamente absurdo, aquí donde todos hacen lo que les da la gana, desde vender y comprar la bandera oficial (con el escudo) hasta bueno, todo. Más que informalidad, lo que impera es la privatización de lo colectivo: así como porque mi carro es mi carro, y estoy apurado, y tengo que trabajar, y hago lo que me da la gana; porque la calle es de todos, y por eso es mía para hacer lo que me dé la gana sin importarme el "todos"; ¿acaso también la bandera es de todos, y por ello cada uno puede decidir qué bandera quiere usar?

Esto no se trata de símbolos patrios o de los sagrados símbolos patrios, que es todavía más absurdo. Es de lo que entendemos por todos. Aprecio la obra de arte de Cherman, y alabo su propósito. Pero recojo un comentario de Javier Torres, en el post que enlazo párrafos arriba, y recuerdo que esa bandera que no siempre valoramos, es de todos los que nos llamamos peruanos, así, en su simpleza y carga simbólica más bien trabada de formalismos que esconden injusticias.

Es nuestra bandera, y por ello debe ser la de todos, y siempre la misma. No porque represente a la patria, sino a los peruanos. Mal que bien, nos une. Por ello, la flameamos. Por ello, no comparto la idea de cada quién definiendo qué bandera lo representa o le gusta más. No censuro la idea, pero no comparto la oportunidad.

Sin sacralizar al estilo militar la forma; sin renunciar a representar a la patria con nuevas ideas, con estilos distintos y prácticas imaginativas; sin abandonar la noción que la patria la hacemos todos, cada uno a su manera y desde su propia noción de patriotismo; sí reivindico la idea que en Fiestas Patrias, que es la fiesta de los peruanos, debemos poner nuestra bandera, la de todos, es decir la de todos nosotros.
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lunes, 12 de julio de 2010

La radio, ¿tiene futuro?

La radio persiste como un medio importante a pesar de estar anclada, tecnológicamente, en la mitad del siglo XX. A diferencia de la televisión, atravesada por nuevas formas de transmisión pagadas y ahora intervenida hacia lo digital, la radio no ha dejado de ser la AM y la FM.

Sin duda, la calidad de ambas ha mejorado, y la posibilidad de aprovechar el espectro para aumentar las estaciones permite más señales. Pero al mismo tiempo, el negocio radial, en el Perú como en todas partes en donde ha ocurrido un proceso similar, se ha convertido en un páramo sin ideas.

El informe del Comercio del domingo 12 es una buena entrada, aunque analíticamente es algo pobre. Muestra la evidencia de la concentración de propiedad pero no la explora, con lo que se pierde el principal motivo del estancamiento. La concentración suele producir estaciones en formatos predecibles, con mucha menos variedad porque se opta por fórmulas predecibles y por gestión de programación centralizada. En el Perú, la variedad está en la relativa pobreza de la AM, abandonada por las grandes inversiones pero al mismo tiempo terreno fértil para programas altamente especializados. La FM es una colección de parrillas completamente predecibles, donde salvo casos mínimos de independencia como Doble 9, no hay espacio para la innovación o el rescate de nuevas ideas.

El diagnóstico propuesto tiene dos grandes salidas, como aparecen en el informe. Por un lado, regulación para aumentar la variedad de operadores, cosa que es francamente ilusa, salvo una situación como la argentina, y que en realidad no quiere decir mucho, porque la realidad del consumo y de la explotación comercial del medio nos dice que la radio es telón de fondo, lo que ponemos para llenar lo que hacemos, antes que una actividad central. Por otro lado, se propone la interactividad, como una avenida hacia mayor participación de los oyentes en la programación.

Si entendemos interactividad como "usar Facebook", estamos ante algo tan irrelevante como la acción estatal. Por un lado, si queremos buscar mayor expresión, hay que mirar a todo lo que nos permiten los nuevos medios, sin problemas de escasez por el uso de tecnologías con 60 años de antiguedad; y si queremos interactividad en serio, pues esta ya existe, aunque no podamos usarla mucho todavía en el Perú.

Spotify y Last.fm son ejemplo de la realidad del consumo original de música. Ambas funcionan bajo principios similares: las listas de reproducción de los usuarios son accesibles por todos y nos permiten descubrir qué música escucha gente que gusta de las mismas canciones que uno. En otras palabras, se crea "comunidad" mediante la conexión de gustos y el descubrimiento compartido. No es cuestión de intercambiar datitos o rajes en Facebook, sino de ir encontrando cosas nuevas a partir de lo que otros, que consumen como uno, nos sugieren cotidianamente.

En particular, la tecnología de last.fm ha sido aprovechada para crear un sistema bajo los mismos principios pero para uso académico, Mendeley, que puede transformar el trabajo de los investigadores al ofrecer una conexión entre los discos duros y entre los intereses de estudio muy potente.

Ergo: la radio seguirá bajo su modelo, concentrada y entregada a la plácida repetición de fórmulas, apenas coloreada por algunos DJs con personalidad propia. El futuro no está en ella, sino en la interconexión de gustos mediante herramientas de Internet. Como con la televisión, el futuro está en otro sitio, y si bien no hay que abandonarla, tampoco hay que dejar de mirar todo lo que está por delante y que puede, realmente, cambiar el panorama mediático global y también local.
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sábado, 10 de julio de 2010

Al final del Mundial...

Como espectáculo global, el Mundial es una fiesta y es un testimonio. Sirve para entender cómo nos vemos, cómo vemos al resto del mundo, y también lo banal que puede convertirse nuestra conversación cuando no encontramos cómo llenarla.

La atención a Larissa Riquelme sirve como ejemplo perfecto: obligados a hablar y hablar y hablar del Mundial, terminamos dedicándole tiempo a una banalidad de una señorita hecha a bisturí y química antes que a entrar al detalle táctico y a la riqueza histórica del esfuerzo paraguayo. Supongo que es mucho pedir encontrar razones de la terquedad, entrega y incapacidad de rendirse de los guaraníes en su historia de imperiosa pasión por la libertad, en su vocación por el heroísmo desesperado. Es más fácil hablar de tonterías. Lo primero demanda más tiempo y más espacio; el Mundial es el aquí y el ahora, y las páginas que llenar. Igual, se puede escribir cosas brillantes, sobre el futbol mismo y sobre lo que significa.

Lo malo es que nos perdemos una oportunidad de especular, jugar con ideas y discutir de cosas interesantes. Sin duda un giro profundamente intelectual, pero finalmente el futbol es un reflejo de la realidad y de la historia y las sociedades de donde sale. Los fracasos de nuestro futbol son más el resultado de nuestros problemas sociales y políticos que de los jugadores, o los dirigentes o los entrenadores. La confusión que lleva a que todavía se condene a Manuel Burga por viajar "con la plata de todos" es un buen ejemplo: sin duda un mal dirigente, pero la FPF es un ente privado y la FIFA también. En estos tiempos de agentes globales no nacionales, cuesta algo de trabajo disociar nuestros intereses de la gestión de transnacionales sin control de nadie.

Pero sí creo que el futbol merece tiempo y energía, no solo como interés intelectual sino como entretenimiento, mágico, maravilloso, como ventana a un mundo que puede ser perfecto. El Mundial es una delicia por eso, por ser vitrina del planeta y porque nos permite entusiasmarnos con una inmensa banalidad por un mes. Además, porque es imposible no celebrar el esplendor atlético que nos ofrece, en su gran diversidad y en su encantadora simplicidad. Solo en el Mundial podemos ver a un pata con facha de empleado público como Iniesta llegar tan alto, y fracasar a un arbolito de Navidad como Cristiano Ronaldo. Justicia poética, más o menos.

Finalmente: el Mundial termina mañana con un partido que promete ser cuando menos interesante. España ha mostrado ser un equipo tácticamente impecable, que sabe aprovechar al máximo las virtudes de sus jugadores y que ha creado un estilo que le resulta fácil y al mismo tiempo implacable. Por eso lo más probable es que campeone; encima, el pulpo Paul les ha dado su bendición.

Pero eso no me impide que desee el triunfo de Holanda. No solo porque el país me gusta, porque me guste el tabaco holandés, o su civilizada manera de convivir, sus tradiciones burguesas, su arte, sus hazañas navales. Todo eso me gusta. Pero en el futbol hay mejores razones para gustar de Holanda, a pesar incluso de esta selección que resulta menos interesante que anteriores Oranje.

Le voy a Holanda porque si a una selección le debemos el mejor futbol que se juega en la actualidad, es a la Naranja Mecánica del 74. Esa fue la última vez que una selección cambió el rumbo del futbol, cuando dejaron de jugarse posiciones fijas y todo el equipo comenzó a moverse y a cambiar de lugares según fuera conveniente. Encarnando el espíritu de los tiempos como probablemente ningún otro equipo lo ha hecho, esa Naranja Mecánica jugaba con el desparpajo y la aparente dejadez propia de comienzos de los setenta; todos los jugadores parecían haber estado fumando tronchos hasta diez minutos antes del inicio del partido, usaban cadenas, pelo largo, eran flacos y desaliñados, viajaban con sus esposas (lo que quiere decir que había sexo en pleno campeonato, ¡horror!), pero sobre todo jugaban como los dioses. La demolición de Argentina y la pateadura con los brasileros siguen siendo ejemplos espectaculares de lo que eran capaces.

Pero no campeonaron. Fueron soberbios, confiados, se dejaron llevar por su propia excepcionalidad y terminaron siendo derrotados por un gran equipo, con grandes jugadores, pero finalmente estándar, como la Alemania del 74. Esto hizo que se produjera una pequeña injusticia: de los realmente grandes de la era televisiva del futbol, de esos jugadores que hasta hoy son leyendas y que además podemos volver a ver, solo Cruyff no logró ser campeón del mundo.

Es una suerte de pago de una deuda histórica, aunque Sneijder no sea Cruyff, Robben no sea Neeskens, van Bommel no se le acerque al tobillo a Van Hanegem, y Heitinga no sea ni el dibujo de un niño de cinco años de ese gigante que fue Ruud Krol. Ellos que debieron ser campeones, están siendo representados por estos, que son buenos pero que no asombran.

España, a pesar de sus virtudes actuales, es la realidad del aquí y el ahora. Holanda es eso y además un pasado espectacular, y las buenas tradiciones hay que rescatarlas, y la grandeza siempre debe ser reconocida. Por eso, les voy. Por eso, mañana, solo queda gritar ORANJE!
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miércoles, 7 de julio de 2010

El caso Masías, o la política digital no existe

El revuelo, interesante y apropiado, que ha traído la revelación de una estrategia de Manuel Masías, el conservador alcalde de Miraflores, para lo que podríamos llamar blogspinning, o usar blogs para hacer spin de su imagen pública.

Partamos por lo primero: si ha usado dineros públicos para hacer esto, merece destitución. No se trata de una tarea municipal preocuparse por su imagen, y usar el dinero de los contribuyentes para eso debería ser considerado malversación. En fin, probablemente no pase nada.

Ahora, si lo ha hecho como político, merece que le devuelvan su plata, porque la está desperdiciando en una de las obsesiones de los políticos peruanos, comenzando por Alan García: su imagen. Como si con su imagen en la Web o los blogs o Facebook fuera a ganar o perder las elecciones.

Masías no es realmente un político, si no un político de elecciones: existe para ganarlas y luego se olvida de hacer política, y se dedica a ejercer el autoritarismo (obviamente es un juego de palabras para enfatizar el hecho que no tiene interés en sus conciudadanos sino como electores: su manera de hacer política es el autoritarismo). Obsesionado como todo aprendiz de dictador, es decir como la gran mayoría de políticos peruanos, con su imagen, y convencido que la única manera de ganar elecciones es a través de ella, le llega tener enemigos; estoy seguro que variedad de consultores digitales le han dicho que el futuro de la política está en Facebook y Twitter y que su próxima reelección depende de su actuación digital.

Sin duda, Masías no tiene ni tiempo ni ganas para dedicarse a lo digital, como tampoco para muchas otras cosas que normalmente se delegan en profesionales, así que tengan consultores haciéndoles la chamba no tiene nada de raro. Que un político autoritario se obsesione con los ataques, más allá de su verdadera importancia fuera del círculo todavía reducido de gente que se toma en serio la política en la Web, es lógico en su lógica.

Claro está, la cosa es si tiene sentido gastar pólvora en gallinazos virtuales. Incluso en Miraflores, un distrito que podemos asumir tiene una enorme penetración de Internet, sigue siendo necesario darle vueltas a dos grandes asuntos: cómo hacer política, en general, y cómo usar los medios, incluidos los nuevos medios, para hacer esa política "en general".

En 1953, Paul Lazarsfeld postuló que "las campañas electorales terminan antes de empezar"; la construcción social de un sentido común sobre la política parecía ser inmune a los mensajes mediáticos. Esto llevó al descubrimiento que la mejor manera de ganar una elección era reducirla a lo que se llama wedge issues: temas que provocan al elector a escoger un candidato que en un análisis de costo beneficio más sofisticado, no sería el más adecuado representante de sus intereses. Los candidatos autoritarios tienden a usarlos con más naturalidad, como el caso de los republicanos en EEUU lo demuestra, y Masías descubrió hace rato que los distintos fantasmas de la clase media limeña (maricones, cholos, ladrones, fumones, etcétera) funcionan a la perfección.

Los blogueros que lo atacan lo hacen precisamente porque las cuñas que usa son profundamente intolerantes, y la Web es un espacio imaginado de libertad, donde la intolerancia es malvenida. El drama es que Masías hace política en la vida real, donde las cuñas funcionan a la perfección.

Ustedes dirán que la Web 2.0 y la participación y todo lo demás, pero esto no niega que las elecciones se ganan haciendo que la gente vaya a votar por alguien concreto un día concreto, y que las cuñas permanecen más tiempo en la cabeza de la gente que el reclamo por principios. Esto, además que la argumentación sostenida en contra de algo o alguien no se resuelve en una propuesta de votar por alguien en la hora de la hora. Fácil que cuando haya que decidir, finalmente prevalezcan justificaciones casi post-facto frente a la realidad de ausencias concretas de alternativas políticas con nombre y apellido que ofrezcan lo bueno de Masías y eso otro que esperaríamos sea mejor.

No sé si ganará su nueva reelección, pero estoy seguro que Masías seguirá haciendo política como la hace, usando cuñas cada vez que pueda; los blogueros seguirán protestando. La pasión anti crítica de Masías lo llevará a tratar de evitarlo, a pesar que en realidad no es nada que le tenga que preocupar: las elecciones que quiere ganar no se resuelven en la Web, y cualquier acto colectivo de los que protestan servirá para focalizar claramente la diferencia entre los que votan por Masías y los que no gustan de su estilo de gobierno: los que postulan la tolerancia son precisamente la encarnación vívida de las cuñas que el alcalde miraflorino usa para ganar. Esto además del hecho que los que protestan contra Masías no postulan una respuesta unificada, y el elector necesita ver personas concretas que ofrecen cosas concretas, no solo críticas al alcalde. Tranquilamente puede ganar el objeto de las críticas

Gastar energía, dinero y arriegar procesos penales por defenderse de los blogs es una demostración de debilidad y de desconocimiento del real peso de lo digital en la política peruana. Su propio narcisismo e intolerancia lo puede hacer caer, no porque sus adversarios logren convocar una respuesta, sino porque ha pisado un palito que debió ignorar.
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