martes, 29 de junio de 2010

Más sobre la elección universal de autoridades en las Universidades

El debate ha continuado, aunque no logro encontrar muchos argumentos, apenas opiniones. Hugo Guerra, en El Comercio, logra confundir al proponer que es anti democrático descartar la figura del tercio representativo por la de la elección universal por tercios; La República anuncia la intención de la hiper representativa FEP de demandar paridad electoral con los docentes por el mismo motivo democrático.

En medio hay dos realidades: las universidades privadas de claustro pueden organizarse bajo sus propios principios, con lo que se abre una puerta muy grande para entramparse con este tema, que probablemente termine en lavadas de mano varias de parte de las distintas autoridades. La otra realidad: el optimismo de muchos no niega que la realidad de las universidades no se solucionará con leyes puntuales, sino con un cambio del sistema para modernizarlo, incluyendo acreditación, evaluación transparente de los docentes y un sistema nacional de financiamiento competitivo que incluya a todas las universidades, aparte de una mejora del presupuesto de cada universidad, con compromiso mayor de los gobiernos regionales para los casos que corresponda.

Mi posición: mi Universidad, la PUCP, debería aceptar la elección universal por tercios de las autoridades, pero no aceptar la disposición sobre la reelección, que es francamente una solución facilista a un problema mucho más complejo. Descartar a las autoridades para evitar la corrupción solo la desplaza hacia otros niveles, produciendo además la pérdida de experiencia y la falta de continuidad, además de ir contra el deseo democrático y ecuánime de una comunidad universitaria de reelegir a una autoridad, dado que a pesar de la realidad sanmarquina, no todas las universidades tiene autoridades corruptas ni incapaces.

También pienso que el principio del tercio estudiantil debe mantenerse. Una universidad no es el equivalente de la sociedad, en donde todos somos iguales por principio, sino que es una comunidad con escalafón, en donde algunos por experiencia y trabajo son más importantes que otros. Así de simple. El cachimbo recién ingresado no es el equivalente de un profesor principal con diez libros a sus espaldas, hasta el punto que es por eso que el cachimbo ha ingresado a esa universidad, para tener contacto con ese profesor principal. Mantener la representación estudiantil garantiza la posibilidad de transparencia y además forma a los estudiantes, sin convertir la administración de la universidad en un toma y daca permanente entre dirigencias que por lo general no representan únicamente a los estudiantes, sino sus propios intereses.

La falta de interés de los estudiantes suele ser un contraste llamativo con la convicción de sus dirigentes: en la PUCP la administración universitaria tiene que promover las elecciones, aparte de poner multas, para que el acto de votar sea cumplido. No tiene nada de sorprendente, pues para muchos estudiantes la relación con su universidad es utilitaria, un camino al cartón.

Finalmente: la estructura del cuerpo docente tiene que ser revisada, y ese es un pendiente de la ley universitaria. La situación actual en que algunos profesores contratados pueden permanecer en esa condición por décadas no es saludable, pero tampoco es necesariamente cierto que en todos los casos los profesores tengan que ser incorporados al cuerpo docente ordinario, por muchas razones, desde interés personal hasta tamaño de las respectivas secciones o departamentos. Ahí surgen dos problemas distintos: los derechos laborales y la representación política, y ambos deben ser revisados con imaginación. No tengo idea cómo, pero que no debería dejarse el status quo tal cuál, no debería.
-

domingo, 27 de junio de 2010

Mundial y marcas

Interesante fenómeno: la maldición Nike ha tocado a casi todos los protagonistas de su desbordado comercial, desde Ronaldinho que ni siquiera viajó, hasta Rooney que si bien no terminará viviendo en un trailer, ha sido de una intrascendencia chocante. Quizá Cristiano Ronaldo pueda hacer algo destacado, pero bien puede regresarse a casa este martes; y sin duda jugadores como Coentrao han mostrado muchísimo más por Portugal.

Pero Nike no está sola. Cuando Adidas opta por poner a un jugador retirado hace cuatro años, vemos que han tenido que adaptarse a su falta de estrellas; al mismo tiempo, esta falta de estrellas muestra cómo el futbol mundialista sigue siendo un juego de equipos y que las estrellas hace tiempo que no son lo que eran antes.

Salvo Maradona, ninguna de las grandes estrellas mundialistas ha ganado un Mundial sola. Indiscutiblemente Pelé, Garrincha. Cruyff, Beckenbauer, Puskas, Zidane o Ronaldo marcaron sus equipos y les dieron una identidad muy suyas, pero tampoco se trata de asumir que los triunfos eran "el genio y 10 más", salvo el caso ya dicho de Argentina el 86: los dos grandes fracasos triunfales, el de Hungría el 54 y el de Holanda el 74, fueron encarnados en una figura notable pero se debían a un equipo que jugaba como nadie lo había hecho antes; los triunfos de Brasil o de Francia o Alemania también eran el resultado de una combinación de estrellas jugando como equipo, aplastante y renovador.

Pero claro está, el marketing requiere cracks, que son más simples de vender que el equipo, y que además pueden ser desprendid0s del mismo e internacionalizados, cosa que las hace menos confrontacionales. Esto funciona muy bien cuando no hay referentes nacionales, como lo describe el brillante Richard Williams en su crónica sobre el fin de la generación dorada de Inglaterra: en Japón el 2002, los japoneses en el estadio durante el partido Brasil-Inglaterra tenían casi todos camisetas de Beckham y Owen, dos creaciones del marketing que nunca fueron tan buenos como la maquinaria Adidas / News Corp. / Umbro nos trató de convencer. Hoy por hoy, se puede imaginar que los mismos japoneses serán orgullosos propietarios de camisetas de su selección, con énfasis en Honda, el de los tiros libres impecables.

Finalmente, el futbol es un deporte colectivo y el Mundial es un evento de países. Siquiera indirectamente, miramos a las estrellas como propias cuando son parte de un equipo, y a pesar de las necedades mediáticas, el espectador promedio termina admirando a aquellos que efectivamente hacen posible que un equipo triunfe. ¿Habrá alguien menos mediáticos que un musulmán chato y ojón como Oezil? Pero es imposible no maravillarse de su toque, su habilidad, su sentido casi paranormal de ubicación, y su energía, y a pesar de ser alemán, no cabe sino respetar a este equipo que sin su única estrella mediática, o precisamente gracias a eso, ha sabido jugar bien y bonito. El sábado habrá motivos de sobra para ver el choque entre Argentina y Alemania, y casi ninguno tendrá que ver con el marketing de Adidas.

Y el lógico corolario es que mientras los grandes jugadores no logren funcionar en un gran equipo, poco importará el marketing e incluso el talento. El caso inglés es perfecto ejemplo: buenos jugadores completamente carentes de cualquier sentido de realidad, confiados en sus triunfos reales y supuestos, arropados en la burbuja de ilusiones mediáticas de la Premier League, que cuando se encuentran con rivales que funcionan como equipos se paralizan y fracasan. A pesar de los énfasis mediáticos, el partido de esta mañana no es parte de una gran rivalidad ni será particularmente importante en la historia de los Mundiales: cualquier Italia - Alemania, como en 1970 o en 2006, lo empalidece, para comenzar. Pero eso no le quita que fuera de la insistencia publicataria, lo que Inglaterra no tuvo fue equipo.

Las marcas tienen mucho de donde apoyarse, entre lo cual destaca las ligas nacionales transnacionalizadas como la inglesa. Pero frente al Mundial, la mejor apuesta termina siendo la de Coca Cola: simplemente festejemos la fiesta, los triunfos vengan de quién vengan, y la alegría de un mundo unido tras la pelotita. Eso nos lo ofrece tanto un Nueva Zelandia - Eslovaquia como un Brasil - Argentina. Lo importante es que dos equipos jueguen bien, con pasión y entrega. Lo demás, es pura publicidad.
-

jueves, 24 de junio de 2010

Elecciones universitarias universales

La aprobación por el Congreso de la elección universal de autoridades en las Universidades bajo regimen de claustro aparece como noticia del día, y como comidilla de los universitarios, finalmente los que viviremos con las ventajas o desventajas de esta decisión. ¿Será la solución a los problemas que aquejan a universidades como San Marcos? Poco probable, pero por lo menos permitirá hacerlos más evidentes; sin duda, creará nuevos problemas, lo que no es necesariamente malo.

El sistema actual tiene dos problemas, para el caso de los rectores: no solo saca la responsabilidad del claustro a través de una instancia de representación no muy transparente (la Asamblea Universitaria), sino que además permite que la Asamblea sea elegida, en el peor de los casos, hasta dos años antes de la elección efectiva del nuevo rector, con lo que las componendas se tienen que organizar con mucho tiempo y por lo tanto son más precarias. En el caso de los decanos, el problema es la fórmula, que permite votar por decano a todos los profesores que hayan dictado en una facultad, reduciendo el tercio estudiantil a, en el peor de los casos, el "menos del uno por ciento estudiantil".

Al trasladar la elección a la comunidad íntegra, respetando el principio de tercios (2/3 los docentes ordinarios, 1/3 los estudiantes regulares), se obliga a una discusión abierta de lo que antes era un arreglo a puerta cerrada; o al menos en teoría. Los arreglos pueden seguir ocurriendo, y las manipulaciones pueden tomar formas más explícitas: la corrupción no va a detenerse porque ahora tenga que ser pública, y si no vean a Kouri. Dicho de otra forma: la elección universal es un sistema inherentemente más transparente pero no necesariamente más limpio.

Prueba número 1: ¿realmente creen que los niveles de incapacidad y desgobierno que ha mostrado la actual administración sanmarquina podrían haberse evitado con elección universal? Probablemente habría habido más posibilidades de discutir y de condenar, pero con un manejo hábil de alianzas y prebendas, es posible paralizar un proceso democrático, salvo que haya un árbitro imparcial con respaldo político para mantenerse así. Es altamente posible que esto no sea posible, y también es posible que las universidades se resistan a tener supervisión de cualquier cuño para realizar sus procesos electorales.

Prueba número 2: en la PUCP la elección del rector es medianamente transparente, pero no por ello abierta. Por la estructura y estilo de la universidad, no suele haber mucho interés en contiendas electorales, y el resultado es un conversado. Nada malo ni corrupto, simplemente poca vocación de hacer política dentro de la casa. Esto no tendría que cambiar con una elección universal, puesto que si sigue habiendo un solo candidato, ¿cuánta política habría que hacer?

El riesgo reside en que la vocación de poder de algunos los lleve a ser corruptos abiertamente, y que el conflicto resultante paralice la universidad víctima; algo así como lo que está sucediendo en San Marcos pero antes de la elección, no durante el mandato. Cuánta mejoría es eso, difícil de saberlo.

El lado potencialmente positivo, pero con grandes riesgos: el sinceramiento de varias universidades, que mantienen el status de instituciones de claustro / sin fines de lucro pero que funcionan como tales, y donde los dueños actúan sin la transparencia de un accionariado y con la autoridad de un decano o rector de universidad medieval. Rectores eternos por la manera como han organizado el sistema de poder que tendrían que enfrentar la posibilidad de perder, claro está si se logra organizar algo parecido a oposición y se logra que se la respete; un sistema de elección universal puede ser el método perfecto de amarrarse al poder sin cuestionamiento alguno, como Cuba, Venezuela, Rusia y el Perú de los noventa nos deben recordar.

Lo que lleva a la pregunta de siempre: ¿quién garantiza el sistema? dejar al gato rectoral de despensero o peor aún, usar a la Asamblea Nacional de Rectores, una suerte de super gato, sería fatal; encargárselo al JNE o a la ONPE, una complicación espectacular. ¿Quién entonces? Pues yo tampoco lo sé.
-

miércoles, 23 de junio de 2010

Lo obsceno no quita lo idiota

Algo de revuelo, justificado, ha producido la propuesta legislativa de pena de cárcel para los responsables editoriales de los medios de cualquier tipo que "publiciten" material obsceno o pornográfico. No tengo a la mano un enlace al proyecto, así que tendrán que confiar en mi parafraseo.

Interesante elección de palabras de Ricardo Belmont Cassinelli, el peor alcalde de la tres veces maltratada villa y congresista por accidente. "Publicitar" puede ser entendido de varias maneras, y en una acepción extremadamente generosa, el mero acto de poner en público contenido pornográfico podría causar que el responsable de un medio sea condenado a cárcel efectiva.

Nuestro amplio presidente ha opinado en contra, a pesar de los arrebatos moralistas de algunos congresistas. El proyecto mismo es una colección de simplezas dignas del autor, mezclando a Pulitzer con observaciones generales, y sin conceptualizar realmente qué sería lo obsceno, lo lascivo o lo pornográfico, incluso aseverándose que la pornografía "leve" es dañina, sin decirse con claridad qué sería leve o duro en este contexto.

No se trata de compensar la moralina simplona con el libertarismo extremo: efectivamente, hay un exceso de sexualización de los medios, como lo prueba la intensa presencia de modelitos en ropa interior en las secciones deportivas, con el vago pretexto de haber sido la señorita en cuestión alguna vez objeto de la atención de un futbolista; y en el otro extremo, diario como el Chino publican con toda naturalidad escenas pornográficas duras (penetraciones vaginales o anales, o sexo oral) con el pretexto de ser un "manual de educación sexual". Exhibiciones ambas de mal gusto, sin duda.

El problema no yace en la preocupación por poner el sexo delante de los chicos, o por lo ofensivo que puede resultar esto para las personas que no quieren verlo. Personalmente me agrede más los muertos en primeras planas, especialmente cuando no se respeta a los deudos publicando fotografías de situaciones que bien pueden querer evitar ver o que otros vean. En general, lo que hay es una clara falta de respeto por el otro, sea el muerto o la señora a la que ofende una referencia al "rico chuculún", y eso está mal pero no es delito, ni debe serlo nunca.

Esto no impide que se pueda regular, en serio, estos temas. Creo que es tan necesario que se regule la publicación de material pornográfico duro, es decir la exhibición de actos sexuales, en periódicos y medios masivos, como la de escenas violentas. Creo que en ambos casos basta con el recurso de limitar la exhibición explícita, y dejar el contenido más duro en páginas interiores o cubierto con un envoltorio; creo además que las fotografías de personas heridas o muertas no deben publicarse sin permiso de las víctimas y deben ser tratadas bajo el mismo principio, como material ofensivo que no tiene que ser exhibido en cualquier parte.

Creo finalmente que una buena multa por Indecopi es suficiente, de sobra, en estos casos, que deben estar legislados explícitamente, sin las ambiguedades y mezcolanzas de este proyecto de ley. Como corolario de estas creencias, creo que el señor Belmont debería llevar su moralina barata a su casa, y dejar de proponer tonterías, porque si quiere hacer algo útil, podría proponer una discusión inteligente y cuidadosa del tema, para llegar a normas que funciones, y que no sea descartadas como lo que terminarán siendo si se aprueban: una espada de Damocles sobre la prensa de todo tipo, cortesía de la generalidad y vaguedad de su formulación.
-

sábado, 19 de junio de 2010

¡Vuvuzelas!

Una vuvuzela es, según la Wikipedia en español, "una especie de trompeta larga utilizada por los aficionados para animar a sus equipos, especialmente en el fútbol sudafricano. Suele estar hecha de plástico y el sonido que produce es similar al barritar de un elefante o al zumbido de una abeja." Según nuestra vieja señora gris, "la frecuencia en que se produce su sonido es una de las que el oído humano percibe con mayor nitidez. Además, una exposición prolongada a este ruido puede dejar daño auditivo permanente"

Supongo que porque no estoy en el estadio, me parecen muy simpáticas, así que me he vuvuzeleado: si tienes un iPad o iPhone, puedes vuvuzelearte con Vuvuzela 2010, una app gratuita.

Si quieres ver este sitio con banda sonora de vuvuzela, haz clic aquí. Si quieres vuvuzelear cualquier sitio, anda a http://www.vuvuzela-time.co.uk/.

Dos más: como usar una vuvuzela:




Y la vuvuzela más grande del mundo, aquí:

jueves, 10 de junio de 2010

Bienvenido el Mundial

El ritual cuadrienal comienza en la nación del arcoiris. No me interesan los detalles, pero no puedo estar más contento.

A pesar de la FIFA, de Adidas y Nike, de CocaCola (pero les agradezco Waving Flag, la canción más decente desde la gloriosa Un estate italiana), de ATV y sus comentaristas, de la horrorosidad perpetrada por Shakira, de los afiches y las tonterías en los diarios, de la obsesión por algunos jugadores y la ignorancia del resto de potenciales estrellas. A pesar de los 28 años. A pesar de la terrible posibilidad que Maradona campeone y con ello el mito se desborde. A pesar de la estandarización y la pérdida de color local.

No me importan las sonseras y los mandatos del marketing. El mundial es maravilloso, es una justa extraordinaria cuya existencia alegra al mundo y nos hace ser menos malos por un mes. El mundial es un despliegue de meritocracia pero también de azar, de arte pero también de disciplina, de orden pero también de imaginación. El mundial achica al mundo entero al mostrarnos diferentes en nuestra esencial unidad. El mundial nos permite pensar en los demás sin preocuparnos y nos saca de nuestros peores prejuicios y nos fuerza a emocionarnos con los logros ajenos.

Por un mes, lo más importante en el mundo entero será el futbol, y con él dejaremos mezquindades varias para reemplazarlas por minucias y cositas que realmente no importan, y por eso son importantes. Uno puede enervarse por la profusión de notas sobre arbolitos de navidad como Cristiano Ronaldo, pero es preferible saber de ellos que de Netanyahu o de Ahmadinejad o de Chávez o de nuestros locales Kouri, Fujimori o García. Finalmente, Ronaldo es por encima y antes que todo un ser humano excepcional, un ejemplo de lo que quizá algún día todos podríamos llegar a ser, lo que el mundo podría ser, cuando de lo único que tengamos que hablar sea de los Ronaldos, sin Netanyahus o Fujimoris.

Por treinta días, saludaremos la diferencia en la persona de los 23 seleccionados de los 32 países, y nos sentiremos cómodos al constatar que más allá de detalles de color, costumbres e idiomas, somos los mismo: pateamos la pelota y lloramos cuando ganamos o cuando perdemos. Nos regodearemos en insultos sin mala intención al vecino mientras secretamente lo envidiamos por estar ahí mientras nosotros estamos acá. Entenderemos la diferencia entre el Cabo y el veld, soñaremos con vuvuzelas y jabulanis, aprenderemos a bailar como zulues, sabremos pronunciar Nelspruit, y algún padre tendrá que averiguar quién es ese viejito al que todos parecen idolatrar, ese Mandela, al que todos le debemos tanto pero que tantos no conocemos.

Por un mes, nos sentiremos allá, y la televisión servirá para conectarnos a una realidad colectiva que reorganiza horarios y modifica costumbres. Viviremos en la pantalla como sucedáneo del estadio, y soñaremos con tiempos mejores, con Brasil o con el que siga, para finalmente ser parte de la fiesta, porque la esperanza nunca se pierde.

Durante un mes, estaremos sumergidos. No habrá otra cosa en el mundo que una pelota, que estadios, que peloteros, que comentaristas, que discusiones banales y pretenciosas sobre 4-3-3, 4-4-2 y variantes intermedias. Nada más que estereotipos que pasan por imaginación, que clichés que pasan por análisis. Nada realmente valioso, importante.

Y me alegra, me emociona, me parece maravilloso, que sea así. Reducir el mundo entero a miles de millones de personas pendientes de una pelota es una bendición. Nada se compondrá, nadie se salvará, nada dejará de estar mal y peor.

Pero por treinta días, en estado de gracia, la humanidad se fijará en lo importante: en el goce, la alegría, la agonía del combate sin muertes ni daños, la gloria, el triunfo y finalmente, la sensación que hemos sido, por treinta días, mejores. Hemos sido felices, todos juntos.

Bienvenido el Mundial.

Addendum: Waving Flag en árabe, muy simpática, y Nancy Ajram es simplemente encantadora.
-

martes, 8 de junio de 2010

¿Todavía hay alguien que use la Wave?

Cuando apareció, un grito de alegría atravesó la Middle Earth donde viven los geeks y los nerds. Excatamente por qué no se sabe, pero la noción de la Google Wave capturó la atención de mucha gente y la entusiasmó. Luego el nerduniverse comenzó a usarla y pues, no pasó nada...

La idea parecía buena pero realmente nadie terminó de entender cómo usarla; cuando se intenta usar la Wave, su modelo de exhibición de información termina siendo confuso; y su lentitud es motivo de burlas. La impresión es que se trata de una idea mal ejecutada o peor aún, imposible de ejecutar bien.

Por un lado, esto sirve para destacar la diferencia entre las distintas formas de comunicación que la Wave trataba de subsumir. La inmediatez de la mensajería instantánea, la multiplicidad de voces del chat, y la facilidad para expandir ideas del correo electrónico, no han logrado integrarse en una sola forma de comunicación.

¿Alguien sigue usando la Wave? Digo, en serio, con fines productivos. Yo he tenido dos conversaciones extensas, una de las cuales se volvió inmanejable para la mayoría de los participantes muy rápido, y otra que fue productiva pero muy llena de digresiones y tropezones. Desde finales del verano no uso ninguna Ola.

A ver, cuenten sus experiencias, o simplemente digan si todavía usan la Wave. Parece tan lejana...

lunes, 7 de junio de 2010

Multitasking, moi?

En varios medios digitales se ha mencionado recientemente el tema de la inteligencia y la tecnología. Sea un estudio de la Universidad de Stanford sobre inteligencia y manejo simultáneo de tareas que me ha resultado muy interesante, o un debate en el Wall Street Journal. Como dice el estudio, nuestra habilidad para enfocarnos intelectualmente está siendo debilitada por golpes de información (bursts), como cañonazos que entran sin permiso.

La saturación mediática tiene como resultado práctico la saturación intelectual, como cualquiera con varias cuentas de correo, más chat, más Facebook, puede atestiguar. Para algunas profesiones, como el periodismo, es un estado natural, casi edénico. Para otras, en cambio, esta saturación es contraproducente, porque impide realizar tareas de largo plazo.

En mi experiencia como docente universitario, se trata de habilidades concurrentes que no sabemos bien cómo manejar o cómo fomentar. Sería absurdo asumir que los estudiantes no manejen un entorno informacional saturado, pero también lo es pensar que se puede ser un creador intelectual sin la habilidad de ver tareas complejas y de largo plazo, en términos estratégicos. Los tipos de concentración influyen en esto, sin lugar a dudas.

El New York Times publica un par de pruebas para ver qué tan bueno es uno para la concentración y la multitarea. Vale la pena tomarlos y ver qué pasa. En mi caso, me ha sorprendido descubrir que mis habilidades de concentración son altas y que no soy un buen multitasker, contra lo que pensaba. Asumo que hace un par de décadas era mucho mejor para las tareas complejas que ahora...
-