martes, 28 de septiembre de 2010

Municipales: en la duda, ¿atrévete?

Si bien no ha terminado, la campaña electoral por la municipalidad de Lima Metropolitana ha alcanzado una meseta. Es difícil esperar que la dinámica cambie mucho, dado que los argumentos han sido puestos y las estrategias han sido desplegadas al máximo. Ahora viene la pregunta por el voto, y reconozco que tengo más dudas que certezas.

Me he definido como de izquierda toda la vida, y al mismo tiempo creo que soy un liberal en lo político: creo que la libertad de los individuos es el único camino a la prosperidad común. También creo que la historia peruana nos muestra interminables ejemplos de victorias económicas y políticas nacidas de negarle la libertad a los demás. Los "ricos", ese término que engloba no solo un nivel de ingresos sino una actitud ante la vida y los conciudadanos, han partido siempre de la exclusión, y muchas veces la han ejercido con un enorme desprecio por los demás.

La izquierda peruana, como la izquierda de muchos lugares, sufrió de lo mismo: la convicción de sus ideas la llevó a excluir, desde el lenguaje hasta la acción más violenta. El poder justificó los mismos abusos y agresiones que la derecha realizaba con otros fines. Así como los "ricos" excluían por "rojos", vendepatrias o lo que sea a los de izquierda, estos excluían por burgueses, traidores de clase, y un largo etcétera. Hoy, varios que se suben al carro de Susana Villarán siguen siendo el mejor ejemplo de esa actitud profundamente opuesta a la libertad.

Por eso no tengo la intención de considerar el voto por Lourdes Flores, que arrastra las taras ideológicas de esa derecha excluyente, que se las arregla con su gentita y para su gentita. Como dije hace un tiempo, ha optado por negar la realidad y vivir en su Idaho Privado, y ahora que regresó al mundo real siguió rodeada de la misma gente y diciendo las mismas tonterías, como si estuvieramos en 1987 y ella estuviera azuzando a la burguesía limeña para evitar que Alan García tome los bancos. Agitar el fantasma del comunismo es juego sucio, no porque no pueda tenerse legítimas dudas sobre algunos compañeros de viaje de Susana Villarán, sino porque no se cuestiona lo que realmente puedan hacer, sino lo que supuestamente piensan o representan.

La experiencia de Barrantes es un buen ejemplo: en una etapa mucho más difícil, con partidos de izquierda con peso propio y capacidad de acción política inmensamente mayores a las que tienen ahora, el ejercicio tecnocrático que fue el gobierno de Lima de 1984 a 1986 fue completamente carente de sesgos radicales, de amenazas a la seguridad, a la tranquilidad, al orden público. No hay ninguna razón para pensar que lo que no pudo hacer en 1984 Patria Roja podría intentarse ahora: atenazar a los tecnócratas y obligarlos a darles la calle para sus tropelías.

Porque ese es el perfil del potencial gobierno municipal de Susana Villarán: tecnocracia de izquierda. El tono más "world music / New age" de la potencial alcaldesa es compensado por la casi completa carencia de oído político de los tecnócratas, como el más que respetable Eduardo Zegarra, que no es capaz de decir con sutileza algo completamente sensato: el metro de Lima es una ilusión, y hay cosas más urgentes que hacer que proponerse realizar una obra que partiría a Lima por la mitad por mucho más tiempo que el que la señorita Flores pretende se alcanzaría (¿realmente alguien cree que se podría hacer en cuatro años?), aparte de los aspectos legales y burocráticos, que hacen que "el mayor logro" que esta dama se propone no dependa de ella, sino del gobierno central.

Entonces: tenemos a una política profesional que le vende a la ciudad la idea de conseguir que el gobierno central haga una obra sobre la cual no tendrá ninguna injerencia, frente a una administración que no sabe decir que el metro sería fantástico pero que mientras la vamos viendo, tenemos cosas más urgentes, y más manejables, que hacer. Los tecnócratas reales están en el lado de Susana Villarán, los políticos profesionales sin mayor contacto con la realidad del lado de Lourdes Flores (Jaime Salinas y Xavier Barrón no merecen otro calificativo).

¿Por qué dudas? Porque la combinación de un liderazgo algo naïve, o de discurso naïve, con mucho tecnócrata y alguno que otro pendejerete, me hacen pensar que las buenas ideas y la relativamente eficiente ejecución no bastarán, que el tráfago y la lucha cuerpo a cuerpo consumirán a la alcaldía y la harán caer exangüe y frustrada. A fin de cuentas, los inmensos problemas de Lima no son fundamentalmente municipales: el desorden del transporte es el desorden de la cosa pública; la delincuencia es en buena medida resultado de la incapacidad burocrática del estado central. Entonces aparte de obras, y ganas de decir las cosas en voz alta y pelearse por lograr algo mejor, ¿alcanza para hacer algo más?

Entonces, simplemente recuerdo lo que han sido los ocho años de Castañeda, y pienso que vale la pena tratar otra ruta. ¿Más "obras" que no resuelven los problemas sino que los eluden? ¿Más reducir la ciudad al tráfico de influencias? ¿Más olvidar que la política es liderazgo moral ante que cualquier otra cosa? ¿Más renuncia a crear, siquiera el esbozo, de comunidad en esta ciudad de millones que se ignoran, cuando no se desprecian? ¿Más reducir el progreso al beneficio individual o a la imitación chabacana, sin imaginar algo para todos, a ser hecho entre todos?

Consciente de los riesgos; consciente de las (pocas y diversas) malas juntas; consciente de los posibles errores; consciente que los demás candidatos me ofrecen la certeza de sus errores y la constancia de sus prejuicios; consciente que a fin de cuentas, toda elección es un salto de fe, y que nada de malo tiene equivocarse cuando se hace de buena fe; confiaré en no equivocarme, y optaré por Fuerza Social.
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lunes, 13 de septiembre de 2010

Entrevista en La República

Con las gracias del caso a Mario Munive y Ghiovanni Hinojosa, y las felicitaciones para Rocío Orellana por lograr tanto con tan poco :)

http://www.larepublica.pe/archive/all/domingo/20100912/20/node/288702/todos/1558

domingo, 12 de septiembre de 2010

Mistura 2010, bajo el peso del éxito


Que la experiencia es impresionante, no cabe duda. Más grande, con más expositores, más áreas, más comida, más gente... todo es un aumento en Mistura, y el éxito es reflejo del interés del público, no cabe duda, así como de la importancia identitaria que está alcanzando la comida peruana, tampoco me cabe duda. En suma: una excelente inversión y un disfrute pleno de los sentidos, desde la vista hasta el sabor, pasando por el olfato y el tacto (la escucha no tiene mucha ayuda por el ruido ambiental). Pero creo que hay por lo menos dos factores más que considerar, y no son saludables para el futuro de esta exposición.

El primer es el factor moda: está de moda la comida, Mistura es la expresión más asequible de esa moda, hay que ir. No necesariamente para experimentar nada nuevo, o para explorar sobre temas conocidos. El ejemplo concreto: en el Rincón del Café, varios productores de buen café ofrecían sin problemas ni aglomeraciones mientras Tunki, sin duda un producto singular, tenía colas constantes. ¿De pronto somos los limeños gourmets del café? Hace tiempo que dije que no lo creo, y por eso pienso que parte de la moda de la comida se expresa en ir a Mistura y comer y tomar lo que está de moda, más allá de consideraciones sobre la efectiva mejor calidad de esa experiencia.

El segundo punto es una señal potencial de madurez. Mistura comenzó relativamente modesto e inclusivo, no solo en la intención culinaria sino de intereses: feria gastronómica, feria de comida, feria de productos, feria para la industria, evento académico. Todo eso sigue estando ahí, pero superpuesto, aglomerado, amontonado. Al mismo tiempo que la gente hace colas de horas para comer chancho al palo o fetuccini a la huancaína, restaurants más sofisticados no tienen colas, porque el público mayoritariamente va a experiencias relativamente manejables; en esta celebración de la riqueza de la comida peruana hay colas para comprar en China Wok, o para picarones y anticuchos. Nada de malo, pero tampoco algo que merezca una feria.

El problema es que tantas narrativas, tantas intenciones, juntas y revueltas, terminan negándose unas a otras. Todos van a Mistura, incluso con bebitos en coche, que es una pésima idea porque estorban y porque tantos estímulos no son saludables para un bebé de meses; pero no todos van a lo mismo, y entonces la experiencia se vuelven inmanejable para los que van a la feria gastronómica y terminan topándose a cada instante con las multitudes que van a la feria de comidas.

Esta vocación por la diversidad es buena pero creo que la escala de Mistura no la permite más. Que hayan vendedores de utensilios de cocina, degustaciones de pisco, proveedores de bodegas y helados Donofrio todos mezclados a diez metros de distancia no permite hacer nada con calma. Como ha sido un éxito, el próximo año irá más gente y las aglomeraciones, mezcolanzas y desorden seguirán creciendo, sin importar el esfuerzo de los organizadores, que han hecho de un espacio poco propicio un ambiente coherente y fácil de navegar; pero igual, es demasiado.

Creo además que a los limeños nos están faltando con desesperación lugares a dónde ir y experiencias singulares que explorar. Más allá del miserabilismo de algunos que piden que sea gratis, Mistura es una inversión privada que tiene que por lo menos buscar no tener pérdida, y parece ser que lo logrará; pero hacerlo creando semejante desabarajuste parece contraproducente. A la larga, Mistura, creada para celebrar la diversidad, nos están dando un espacio para ignorarla: vamos a hacer lo que hemos pensado que es Mistura para nosotros, sea chancho al palo, sea el helado de aguaje, sea la compra de ofertas de Lee Kum Kee. Una oportunidad de enfrentar y aprender de nuestra diversidad se pierde porque hay demasiada gente para aprovechar los espacios creados para ello: el excelente ejercicio de didáctica que es el puente de la biodiversidad marina de la UPCH desaparece entre los humos de las cocinas rústicas, como en general la idea de ofrecernos un espacio para descubrir mejor quiénes somos los peruanos se difumina entre las masas que buscan lo que ya sabían que les gustaba. Si hubiera habido un McDonald's, estoy seguro que las colas hubieran llegado al MALI.

Para evitar que Mistura termine siendo un arroz con mango (metáfora culinaria para ser consistentes con el tema de la feria) debería insistir más en la didáctica para darle una lógica a la diversidad. Quizá menos comida y más gastronomía, menos puestos y más paneles, o un espacio en donde la caminata nos permita escuchar las voces que hacen la comida peruana antes que ir de frente al sánguche de lechón. Hay sitio para todo, hay necesidad de todo, pero por ahora, la sensación que queda es que Mistura, para mostrar la diversidad, tiene que ser menos generosa en su inclusividad.
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martes, 7 de septiembre de 2010

Los términos del debate público

Estos días el tema de muchos ha sido las opiniones del director del Daily Bigot, ese órgano de la intolerancia y la completa cerrazón. No niego que ha sido interesante, de la forma que un accidente de tránsito es interesante: repugna y atrae y al final capta la atención hasta el punto que nos decimos, "¿qué hago viendo esto?" sin ser capaces de dejar de mirar.

Pero creo que realmente la cosa está llegando a un nivel peligroso, y no por los decires de dicho personaje, sino por la atención que le prestamos. Hay temas críticos, urgentes, que no están siendo debatidos, y lo que dice este personaje no merece discusión.

¿Por qué? porque en realidad no busca debate. Sus puntos de vista no son ni de derecha ni conservadores tanto como intolerantes y provocadores. No busca convencer sino indignar más a los ya convencidos. Usa su stock cultural y su capacidad de comunicación para afirmar su decisión de negar inteligencia a quien no piense como él.

El debate solo es posible con quien respeta al rival, más allá de no pensar como él. El fanático solo merece desprecio, en especial cuando se trata de un fanático por elección propia, de un intolerante que medra en su intolerancia.

Por ello, el ex-Daily Bigot será llamado, por mí al menos, el Arkham Announcer, y tratado como lo que es, "una historia, contada por un idiota, llena de sonido y furia, que nada significa"
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lunes, 6 de septiembre de 2010

El futuro de la Televisión del ¿Estado?

El ministro de cultura no es un hombre de las industrias culturales, o de la práctica cultural. Es un antropologo con su historia de desencuentros con comunidades y escuelas de pensamiento, y con muchos encuentros con mineras y empresas extractivas. Quizá por eso fue que dijo un contrasentido sobre la televisión, al mencionar que para él, el modelo a seguir es de un canal del Estado "como la BBC". Para ello, querría contar con inversión privada.

Ah, cuántas rocas en dos observaciones. Primero, que la BBC no es del estado británico, sino un radiodifusor público. Segundo, que un radiodifusor público es la antítesis de un radiodifusor privado. Tercero, que el capital mixto es lo menos relevante para lograr una empresa que mantenga tanto la viabilidad financiera como la independencia de producción de contenidos que caracteriza a la mejor televisión pública.

Aparte, claro está, que es difícil imaginar a un inversionista privado aceptando trabajar con una empresa que estaría siempre a disposición de los antojos del presidente. La estabilidad de programación es la base para atraer al público, y eso es imposible sin intervención del poder. Claro está, hay ocasiones en donde es necesario interrumpir la programación, pero son excepciones que además deberían estar reglamentadas.

Entonces, hay que comenzar a tomarle cuentas al sr. Ministro: ¿exactamente qué piensa que debe hacerse con TNP y con Radio Nacional? ¿Semi privatizarlas, con lo que habría que discutir cuánto debe y no debe intervenir el capital privado en la programación, y cómo se escogería dicho capital? ¿Convertirlo en canal público, con las garantías de independencia y demás? ¿Dejarlo como está? ¿Convertirlo en canal del estado, lo que garantiza lo peor de todos los mundos?

Acepto que es un tema nuevo y que se está asentando. Pero el ministro Ossio debería aclarar sus ideas y decirlas así pronto.
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