sábado, 30 de mayo de 2009

AOL Time Warner a punto de terminar de morir

America On Line ha vivido los excesos de la era de Internet en carne propia. Inicialmente fue un walled garden, un servicio cerrado que ofrecía una innovación menor: allá por 1991, pocos en EEUU fuera de los círculos técnicos, hackers y universitarios se imaginaban que una computadora podía conectarse con otras para enviarse archivos, mensajes y cosas así. AOL fue la primera en hacerlo.

Hacia finales de la década pasada, AOL había cambiado el plan: repartiendo CD-ROMs como volantes de pizzería, integrándose algo con la Internet y cobrando poco por acceso dial-up, es decir telefónico mediante modem, AOL fue la entrada a la vida digital para mucha gente que carecía de contactos directos con el ciberespacio. Creció, creció y creció, y logró colocarse en una posición ahora impensable e incomprensible: el centro del universo digital.

La idea hacia el año 2000 era que el control del acceso a la Internet era la clave. Es la época de los portales, de la vaga idea que había que ofrecerle a los usuarios una y una sola manera ordenada, simple y rápida de conectarse a la Internet, para evitarse complicaciones y confusiones. AOL, con un enorme mercado cautivo de millones de suscriptores, era la voz. Su capitalización de mercado, su valor en bolsa, llegó a ser mayor de USD 200 mil millones, más del doble que la de Time Warner (entre las dos pasaban de los 300 mil millones). Bajo la lógica de la burbuja, AOL necesitaba expandirse, y la dirección más natural era hacia los contenidos. Por eso compraron Time Warner, un gigante multimedia con presencia en video, impresos, música y distribución (canales de televisión, sistemas de cable).

Poco después reventó la burbuja, y en general comenzó la debacle: no hubo sinergias sino conflictos, nadie supo qué hacer con lo que el otro traía, y finalmente quedó claro que AOL era una remora. La empresa, que se llamó AOL Time Warner, pronto volvió a ser simplemente Time Warner, con los ejecutivos de AOL fuera y la unidad de negocios lentamente decayendo y perdiendo importancia, conforme el público suscriptor de su servicio dial-up se iba a la banda ancha. AOL se convirtió en un proveedor de contenidos antes que otra cosa, y su peso en el conglomerado cada vez fue menor. Hoy, incluyendo unidades de negocios recientemente desprendidas, Time Warner tiene un valor en bolsa menor a 40 mil millones de USD.

Time Warner, finalmente, ha anunciado que ante la triste realidad de no encontrar a quién venderle AOL, básicamente la regalará a sus empleados, en la forma de un spinout a través de la cual será independizada. Nadie sabe qué pasará con ella cuando, a finales de año, finalmente sea de nuevo una empresa aparte. Lo que está claro es que los espejismos de la burbuja no volverán, y la ilusión de control vertical de los mercados mediáticos probablemente no regresará por un buen tiempo. Otra vuelta de tuerca de la convergencia, que toma formas inesperadas.
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