martes, 10 de febrero de 2009

Mejor no tener amigos...

O, cómo entendí que Facebook es una ilusión

Curiosamente, dos artículos recientes discuten la cuestión de las redes sociales, que prefiero llamar sitios exhibicionistas, desde perspectivas muy distintas. Somos, que paradojicamente para una revista sin versión virtual, suele dedicarle mucha atención a la realidad digital peruana, habla del tema con una entrevista muy entusiasta de Tito Castro, un antropólogo del que guardo un recuerdo muy favorable pero con quien no he conversado de los temas de nuevos medios.

Tito dice cosas que son más o menos las que uno espera: la presencia en los sitios de la horrendamente llamada "Web 2.0" es una expresión de una vocación más compleja que aquella que nos hacía consumidores mediáticos de una esfera nacional. El consumidor también es productor, es multimediatico en el sentido de moverse entre varios medios con facilidad, y vivir en el dominio digital es parte esencial de la socialidad contemporánea. Parafraseo la entrevista, no intento citarla, pero pretendo ser sincero.

Curiosamente, lo que podríamos llamar el contrapunto involuntario lo provee Martín Tanaka, que aparte de ser algo mayor que Castro (contemporáneo mío, dicho sea de paso), es un bloguero orgulloso, popular y que muestra la misma exhaustividad en su pequeño post que la que exhibe en su trabajo académico más "de verdad". Martín ha creado un perfil de Facebook, como para no dejar de existir (vuelvo a parafrasear a Castro), pero no logra que le hagan caso: tiene apenas tres amigos...

Martín confiesa que no se ubica en ese mundo; no lo culpo, porque habiéndome paseado por MySpace, Facebook, Orkut y el ahora venido a menos Hi5, con identidades inventadas en todos los casos (con un propósito honesto: investigaba para mi libro Comunicación Interpersonal en la era digital [Bogotá: Norma, 2006], que no suele encontrarse en Lima), tampoco le encontré el gusto. Incluso usé Twitter un tiempo, bien al inicio, y la verdad me aburrí rapídisimo. Tengo mi LinkedIn porque mis colegas de afuera lo tienen, pero tampoco lo uso mucho.

¿Por qué? Fundamentalmente porque estoy satisfecho con el grado de mis conexiones, presenciales y virtuales, y conduzco mis intercambios virtuales como una extensión de mi vida "real". Pongo este término entre comillas porque coincido con Castells cuando dice que la virtualidad real, el mundo digital, es tan real, es tan la realidad misma, como cualquier espacio físicamente discernible, palpable y "olible". Pero no es la misma realidad para todos, digámoslo de frente, porque los intercambios virtuales ofrecen un tipo de interacción que más que ser propiamente juvenil, es de naturaleza paralela, perfectamente moldeable a estilos de vida que son pertinentes para aquellos que la necesitan, pero posiblemente inútiles para los que tenemos una estructura de relaciones sociales menos virtual.

Me explico: es perfectamente posible mantener vínculos virtuales a través de sitios de contacto, como el Facebook, que complementan la vida personal "real", de manera que extienden los contactos reales, como también lo puede ser mantener contactos meramente virtuales para potenciar ámbitos de la vida personal que no encuentran complementos presenciales. Aquellos que usan Facebook para facilitar a sus amigos ver las fotos de la última fiesta, o para compartir el viaje sin necesidad de invitar a sus patas a verlas en casa, aprovechan el potencial virtual para intensificar los intercambios. Otros más bien usan estos espacios porque a través de ellos se presentan a sí mismos de maneras atractivas, singulares, que ponen una luz favorable y definida por ellos mismos sobre su socialidad. Los chiquillos que llenan su perfil con fotos más bien íntimas se presentan con un atrevimiento que lo virtual parece permitir por encima de lo que uno haría en lo presencial, y esperan eventualmente obtener reconocimiento de pares, conocidos o por conocer, de formas que la vida "real" no siempre facilita.

Se trata pues, de las affordances del medio. Este concepto, que viene de la psicología pero también es usado por los que estudian la interacción humano-computadora (HCI), indica que los medios tecnológicos y los artefactos en general permiten o facilitan una agencia, que como se dice en estos casos, es potencia, no siempre acto. Facebook y sus similares nos dan espacios (o affordances) para hacer cosas que están incrustadas en ciertas formas de vida social: por ello, cobran sentido en la medida que los grupos y espacios sociales en los que nos encontramos o queremos encontrarnos, son acogedores a estas cosas.

Para un muchacho, contar con un perfil en Facebook es parte integral de su socialidad; para muchachones como Martín o como yo, estas affordances resultan redundantes: lo que hacemos en nuestra vida social encuentra espacios suficientes a través de otros medios, y por lo tanto estas affordances, pues resultan redundantes. En nuestra vida social, no las necesitamos, pero si por ejemplo toda la familia extensa recurriera a un software social, habría que aprovecharlas. Cuestión de tipping points: la escala de penetración determina en buena medida lo que terminamos haciendo. El caso de Orkut en Brasil, por ejemplo, sirve de demostración: tanta gente se conectó, que "todo el mundo" sintió que debía estar en Orkut. Esto no ha ocurrido comparablemente con ningún otro servicio, hasta donde sé.

Por eso es que la posición que presenta Tito Castro es válida si vemos solo parte de la ecuación: los grupos sociales en donde es imprescindible conectarse para "estar"; pero para el grueso de las personas que participan de otros grupos, esta perspectiva es desproporcionada. La inversión de tiempo y energía que requieren las affordances de la realidad virtual resulta excesiva para los escasos retornos que ofrece. Entonces posiciones como las de Martín, aparecen naturales.

No la vemos, pues. Porque no vivimos nuestra socialidad de una manera que justifique aprovechar los espacios virtuales.

¿Cambiará esto? Hay que esperar. Cuando los ahora jóvenes entusiastas o los que se suben a la moda tengan otras perspectivas de su propia vida social, recién sabremos si el Facebook o lo que esté en ese momento a la moda, tendrá validez de largo plazo. Mientras tanto, solo queda contemplar a las masas faisbuqueras, o tuiteras, con cierta mirada de desconcierto.

La definición original de affordance por James Gibson, el autor de la teoría.
Aplicación a cuestiones más recientes por Ian Hutchby (solo resumen)
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Hasta donde sé, no hay una traducción aceptada de affordance al español, siendo el caso que algunos usan "facilitante" pero como que no es lo mismo. Si alguien sabe lo contrario, porfa avíseme.
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1 comentario:

Andrea Naranjo dijo...

Antes que nada voy a ver si puedo pedir tu libro por amazon.
Luego, como comentaba en el blog de M.T. el facebook y las redes sociales en general son más frías y prácticas de lo que pueden parecer, a pesar que se dan en la "realidad virtual" relaciones sociales que a final de cuentas son grandes cúmulos de información interconectada que generan un capital social entre personas, pero sobretodo entre empresas en la llamada new economy.
Saludos