jueves, 5 de febrero de 2009

Barranco: ¿la punta del hilo de la madeja?

La polémica sobre lo que ocurre en Barranco se inscribe en el desencanto de la clase media con la marcha de la ciudad. Se protesta porque el deterioro sigue creciendo, las obras siguen demorando, y el alcalde sigue siendo el mudo incomunicado. ¿Cómo vamos a salir de esto?

Me temo que muy probablemente no lo hagamos. Hay críticas al movimiento "Salvemos Barranco" que tienen trazas de validez: cualquiera puedo haber previsto que el sistema Metropolitano de buses articulados era una solución parcial y "motorizadora" de los problemas de transporte de Lima, que no son solamente la disponibilidad de los buses o las rutas, sino una cuestión sistémica: el Metropolitano no es una solución sistémica, sino parcial. Cualquiera pudo ser escéptico ante la falta de transparencia y la carencia de claridad de parte del alcalde metropolitano. Quejarse ahora es algo, lamentablemente "muy peruano": igual pasó con la estafa maestra de Kouri (también llamada Vía Expresa del Callao) o con las revisiones técnicas o con tantas otras cosas que no resisten mucho análisis pero que se malinterpretan como "modernidad" porque traen cemento y cosas que hacen ruido.

En otras palabras: también es nuestra culpa, por pavos e incautos. Jamás debimos creerle a Castañeda.

Pero ¿cómo solucionar esto? Se me ocurren tres cosas mínimas:
  1. Velocidad: siquiera con el pretexto del plan anticrisis, Castañeda debería comprometerse a acelerar las obras para que estén terminadas lo antes posible, no cerca de las elecciones.
  2. Planificación: ya es sabido (o por lo menos creemos saber) que solo el 8% de la demanda de transporte será cubierto por el Metropolitano cuando esté terminado. ¿Cuál es el plan para el 92% restante? ¿Cuántas décadas tomará realizarlo? ¿O está confiando que para ese entonces, usaremos esto o tal vez esto como transporte?
  3. Legislación: Lima necesita una estructura legal coherente e integral para el transporte, que no separe artificialmente en dos (Lima y Callao) y que otorgue claramente el control de toda la situación a la ciudad, sin resquicios para los vecinos; una suerte de autoridad autonóma que otorgue rutas basadas en la demanda, que expulgue la ciudad de vejeces y tonterías como los mototaxis en zonas urbanas, y que piense cómo crear un sistema masivo de verdad para una ciudad que necesita a gritos sacar a la gente de sus carros y ponerla en trenes, no en buses.
Todo esto necesita del coraje y la visión de un alcalde inteligente, coherente y dispuesto a comprarse un pleito por el futuro de la ciudad. En otras palabras, mientras esté Castañeda, no va a ocurrir.

Roberto Bustamante ha seguido con inteligencia el tema, y su blog es un ejemplo de participación cívica.
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