Allá por el 88, leí una polémica sobre la "sociedad sin papeles" en una revista bibliotecológica. Un especialista británico insistía que estábamos en camino hacia ella, y un colega africano (no recuerdo el lugar preciso) decía que no iba a suceder, especialmente en el Tercer Mundo, ahora conocido como Sur Global.
Avancemos 19 años, consideremos la Internet, la convergencia y tantas cosas más, y si de algo estamos lejos, es de una sociedad sin papeles. Los intentos más serios fueron a finales de los 90, cuando el entusiasmo de la burbuja punto com llevó a una serie de empresas a lanzar e-books, los dispositivos que harían posible desaparecer a los libros como los conocemos; un ejemplo de esos intentos sobrevive en la memoria colectiva de la Internet. No hay que decir que fueron un fracaso, más allá del interés de algunos.
El paradigma del e-book es más o menos conocido: el PADD de Star Trek. Un dispositivo simple, disponible en todas partes, pero además conectado inalámbricamente con la red (la supermegaultrainternet 300.00 que se usa en el universo de Viaje a las Estrellas) que permite acceder a todo tipo de documentos sin más esfuerzo que el pedirlo. Obviamente, solo existe en televisión.
¿Por qué es indispensable el hardware? Porque solo tiene sentido pensar en libros electrónicos si se combina la vasta disponibilidad de contenidos digitalizados con un dispositivo que funcione como un libro pero que no tenga límites prácticos de almacenamiento. Incluso con memorias flash como las actualmente disponibles, cualquier dispositivo actualmente existente tiene limitaciones de capacidad, pero podría ilusionarse uno con un aparatito que, usando tarjetas SD, permitiría cargar con todos los textos que uno quisiera.
Lo más parecido, pero de todas formas fallido, es el Sony Reader. Elegante y sencillo, usa una tecnología muy simpática llamada eInk, que imita a la tinta y que tiene un bajo consumo de electricidad a cambio de no ser legible sin luz ambiental (como el papel de verdad). El producto es fallido porque es caro (300 USD en los estates), no usa muy bien que digamos el formato PDF, y solo admite textos latinos, por lo que hay un cerro de idiomas que no pueden usarlo. Además, parece ser un tanto frágil. Más además, es algo feo.
Ahora, aparece una alternativa, limitada por otras razones: el Kindle, de Amazon. Todavía más feo que el Sony Reader, está diseñado para que uno compre libros electrónicos en Amazon antes que cualquier otra cosa, hasta el punto que convertir documentos al formato propietario que usa cuesta 0.10 USD cada uno. Es caro: 400 USD, solo se vende en los EEUU y está hecho para que se bajen los textos inalámbricamente a través de la red EV-DO sin costo alguno. Permite cierta forma de anotaciones en el texto (fundamental, ¿quién no quiere subrayar o discutir el texto impreso?), y tiene algo así como funciones de búsqueda, lo que es realmente interesante. Se lee bien, y permite suscripciones a periódicos, y a blogs (aunque hay que pagar por ellas; cosa realmente alucinante). Si uno se guía por los comentarios, no ha vuelto locos a los consumidores que lo pueden comprar.
En otras palabras: es un canal de ventas de Amazon, no una respuesta a los sueños colectivos de contar con un dispositivo barato, simple y resistente en el cual meter los varios gigas de archivos en PDF y otros formatos que uno tiene en la computadora y que quisiera, pero no puede, leer en la computadora o imprimir hasta inundarse de papel. Desde ese punto de vista, el Sony Reader es más parecido, o menos lejando, al ideal, aunque igual falla.
Todo indica que el verdadero futuro de los libros electrónicos no es otro que la computadora de la que más he hablado: la XO-1 de OLPC. Aunque en este momento cuesta lo mismo, es más funcional, más fácil de usar y no tiene amarres con canales de venta, salvo que se considere así al proyecto OLPC en su conjunto. Si encuentro un buen motivo para comprarme una XO-1, sería para usarla como lector digital, además de sus otras virtudes.
Habrá que seguir esperando por el PADD.
Reseñas del Kindle: en Newsweek, en Endgadget, comparación con otros en Wired, en Gizmodo, que también tiene una perspectiva comparativa que incluye proyectos todavía en prototipo. Una discusión sobre la funcionalidad de libro electrónico de la XO-1. Un comentario en el tono de este post, en Ars Technica.
2 comentarios:
Copio un mensaje que dejé donde el morsa
Discrepo con la señorita.
Antes de que me chorearan mi palm, áhí estaba leyendo de lo lindo 100 años de soledad, parado en el micro o apretujado en la combi; no necesitaba que justo hubiera una luz a mi lado porque la pantalla tenía luz propia; podía pasar las "páginas" con el pulgar mientras sostenía la palm (bastante más chica que la edición de aniversario) con el resto de la mano. Además, ahí tenía también casi todo Borges, La conspiración de los necios y Lo que queda del día, que leía por pedazos de ves en cuando. Y además, también tenía allí un p`royecto que tengo con el Pitufo Filósofo, que avanzaba de a pocos. En cambio, ahora tengo que cargar con mi copia de 100 años de hace treinta años, llena de ácaros y olor a humedad.
Lo que impide que el medio electrónico sea el principal es:
- Los que aprendieron a leer en la pantalla aún tienen doce años. Sólo nerds como un servidor se sienten más a gusto con una pantalla que con un papel.
- Las editoriales sirven de filtro de calidad. Tal vez no muy eficientes, pero ahí están.
- No te puedes pasear por el Pollo Pier con tu palm en el bolsillo para presumir que estás leyendo a Bolaño. Nadie se daría cuenta. Para presumir necesitas un libro con una carátula reconocible al menos a 25 metros de distancia.
http://well.thsy.org/2007/11/bookishness.html
este post plantea cosas muy interesantes en cuanto al diseño mismo del Kindle.
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