Monsieur Olivennes es el mandamás de la FNAC, ese emporio de ventas de contenido bien francés del que guardo un vago recuerdo, cuando visité su cavernosa tienda en Les Halles hace más tiempo del que me gustaría hubiese pasado. El presidente Sarkozy decidió encargarle un informe sobre cómo combatir la piratería luego que publicara un libro con título de resonancias anarquistas y con la cuota gálica de tremendismo adecuada: La gratuité, c'est le vol: Quand le piratage tue la culture.
Digamos que con ese título, era más o menos previsible por dónde iba a ir su informe. No cree en la represión, pero sí en repartir responsabilidades para evitar que el asunto siga creciendo; en su pensamiento, hay que parar la pirateria (o la descarga ilegal, que son cosas distintas) con una mezcla de represión y promoción. Lo que se plantea es reprimir con inteligencia, yendo a cada caso y no en general, en un sistema de advertencias previas que al final causen perder el derecho a conectarse cuando se es reincidente. Como incentivos, se reduce el tiempo de espera por los DVD (de 7 1/2 meses a seis, bah) y se plantea que no se venda música protegida con DRM, sino que todo, incluso la música en línea, venga limpia. Además ya no habrán multas para los trasgresores, solo la pérdida del acceso a la Internet.
Otro aspecto interesante: el mecanismo de represión. Una comisión independiente revisará el tráfico de Internet, que será inspeccionado por los mismos ISP (con una técnica llamada Deep Packet Inspection que es muy intrusiva y cara), y los resultados, supervisados por un juez administrativo, llevarán a las sanciones prescritas. Las industrias de contenido no tendrán que hacerse cargo de buscar a los infractores, sino que será la responsabilidad combinada de los proveedores de acceso con el estado (que a la larga harán pagar a los consumidores). Un gran trato para los proveedores de contenido, no tan bueno para los consumidores ni para los servicios comerciales de Internet.
Dado que la piratería está debilitando la viabilidad de ese paraíso de la diversidad y la creatividad que es Francia (parafraseando estas declaraciones de Olivennes), es cuestión de estado lograr detenerla. Sí claro. El título de la nota de Ars Technica es un buen resumen: l'Etat, c'est le IFPI. Esto hará todo más difícil para todos salvo para los proveedores de contenido, y es una de esas medidas en donde la protección de los intereses comerciales de unos pocos (ciertamente poderosos) afecta a todos, encareciendo las transacciones y creando lugares en donde la privacidad y la seguridad de datos pueden terminar en cuestión.
Otro aspecto interesante: el mecanismo de represión. Una comisión independiente revisará el tráfico de Internet, que será inspeccionado por los mismos ISP (con una técnica llamada Deep Packet Inspection que es muy intrusiva y cara), y los resultados, supervisados por un juez administrativo, llevarán a las sanciones prescritas. Las industrias de contenido no tendrán que hacerse cargo de buscar a los infractores, sino que será la responsabilidad combinada de los proveedores de acceso con el estado (que a la larga harán pagar a los consumidores). Un gran trato para los proveedores de contenido, no tan bueno para los consumidores ni para los servicios comerciales de Internet.
Dado que la piratería está debilitando la viabilidad de ese paraíso de la diversidad y la creatividad que es Francia (parafraseando estas declaraciones de Olivennes), es cuestión de estado lograr detenerla. Sí claro. El título de la nota de Ars Technica es un buen resumen: l'Etat, c'est le IFPI. Esto hará todo más difícil para todos salvo para los proveedores de contenido, y es una de esas medidas en donde la protección de los intereses comerciales de unos pocos (ciertamente poderosos) afecta a todos, encareciendo las transacciones y creando lugares en donde la privacidad y la seguridad de datos pueden terminar en cuestión.
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