Fue un matrimonio de conveniencia, más que una pasión abrasadora. Intel decidió unirse a OLPC como miembro del directorio para ver si era posible colocar alguno de sus microprocesadores en la XO-2, y eventualmente para bajar el tono de conflicto que Nicholas Negroponte había logrado colocar en primer plano. El fracaso de esta estrategia revela que los problemas realmente son de fondo.
Según el New York Times, la gota que rebalsó el vaso (o el bit que rebalsó el registro, si prefieren) cayó en Limamanta pacha... Negroponte ha denunciado que la gente de Intel en Lima, específicamente Isabel Lama, una de las gerentes de la empresa en el Perú, intentó hacer cambiar de parecer a los responsables del proyecto, específicamente a Oscar Becerra, quien dirige todo lo relacionado con la XO y tecnología de información en el ministerio de educación (y que no es un viceministro).
Esto, según Negroponte, habría sido la culminación de intentos de parte de Intel de hacer que OLPC perdiera mercado, yendo contra el compromiso firmado originalmente de no marketear productos contra la XO; según Intel, lo que ocurrió más bien fue que no estaban dispuestos a dejar de marketear su Classmate PC, una computadora que realmente no compite directamente con la XO, y que Intel ha logrado colocar en varios países, además de usar en proyectos pilotos en varios sitios, incluído Chilca, a las afueras de Lima.
No tengo las versiones directas ni de Oscar Becerra (a quién conozco de vista y de comentario en Adversus OLPC) ni de Isabel Lama (a quién sí conozco personalmente), así que lo que sigue es más bien especulativo. La situación resulta algo confusa porque sé que Intel estaba resignada a perder la venta de computadoras para educación primaria, en manos de OLPC, y que estaban convencidos que el actual equipo del ministerio se inclina hacia OLPC por razones que no serán resueltas con una licitación o evaluación informática, sino que son más bien de filosofía y pensamiento educacional. Resulta así algo extraño que hayan insistido hasta el punto de quebrar la relación; esto no quiere decir que Intel en el Perú no le haya dicho al ministerio que su decisión estaba mal, por una serie de razones que tienen que ver con cuestiones educacionales, informáticas y logísticas. Habrá que esperar versiones más precisas de Intel, puesto que la opinión de Oscar Becerra está en la entrevista de John Markoff.
Pero volviendo al problema de fondo, más allá de la anécdota local, lo que Intel dice y lo que OLPC parece haber buscado resulta siendo más o menos lo mismo: OLPC entendía que no competir con ellos significaba que Intel no debía comercializar nada que pudiese ser visto, por OLPC, como competencia. Obviamente, Intel entiende que la Classmate no es competencia de la XO, y por lo tanto, no estaba obligadad a retirar la Classmate para fortalecer la XO. ¿Tiene sentido? Depende desde donde se mire el conflicto. Wayan Vota provee un buen resumen sobre el tema.
Para Intel, la Classmate es una manera de llegar a mercados que no podrían o no querrían usar la XO. Para OLPC, eso no existe, y es cuestión de tiempo hasta que el mundo entero descubra las bondades de la XO y las compre masivamente, pero Intel estorba en sus intentos de colocar un producto aparentemente competitivo. Hay una paradoja: en el razonamiento de OLPC, lo que hace Intel es ofrecer un producto (la Classmate) que no puede realmente competir con la XO, mediante tácticas que pueden ser calificadas desde agresivas hasta ilegales: exagerar los defectos de la XO, trabajar el ego y la complacencia de las burocracias gubernamentales, dumpear la Classmate vendiéndola a precio por debajo del costo. Por su parte, Intel, que tiene varios años y mucho dinero invertido (como parte de sus programas de RSE) en proyectos educacionales con los sistemas y las burocracias a nivel de ministerios, dice que lo que ofrece es una opción, distinta y menos especializada, que la XO.
Yo no he usado una XO, pero gente de toda mi confianza sí lo ha hecho, y no me refiero a jugar con ella 15 minutos. Como parte del programa G1G1, algo así como 150.000 personas han comprado una XO por el valor de dos, con lo que se podrá enviar una computadora a un país pobre, designado por OLPC (no estamos incluidos en esta lista). La evaluación general es que la computadora no es particularmente fácil de usar, ni fácil de entender, con muchas funciones incompletas o simplemente no habilitadas aún; con varias particularidades técnicas (quirks, en inglés) y con un rendimiento todavía lejano a las ambiciosas metas originales. Esto, aparte de las computadoras reportadas con problemas serios de hardware, que no son demasiadas pero son suficientes para cuestionar la viabilidad del plan de soporte que se basaría en que el 90% de las reparaciones las pueden hacer los mismos chicos. Basta visitar los foros de OLPC News para ver que la demanda por ayuda para lograr que la XO haga lo que debe hacer es significativa. Se puede darle "spin" positivo a esta situación, diciendo que la gente que se encuentra en estos foros crea un entorno favorable al desarrollo de la XO; pero esto no significa que el propósito educativo, supuestamente el punto de llegada de OLPC, esté siendo alcanzado. No está de más decirlo: el desarrollo de software libre, la creación de una comunidad global de interés alrededor de la XO, el fomento del hackerismo, pueden ser cosas buenas por sí mismas pero no significan necesariamente mejoras concretas y directas de la educación primaria o secundaria para nadie.
La XO que ha sido distribuida en los Estados Unidos es exactamente la misma que llegará a nuestras escuelas, por lo que podemos esperar muchos inconvenientes prácticos en su utilización, incluso antes de llegar a la gran pregunta de fondo: ¿exactamente qué cambiará en la educación gracias a ellas? Y no incluyo entre las mejoras un entorno favorable a la aparición de hackers, que serán siempre un subconjunto, valioso y estimable, pero pequeño, de cualquier sociedad.
He usado la Classmate, y puedo decir que su mayor virtud es que se trata simplemente de una computadora Wintel más chiquita. No tiene ninguna de las innovaciones a nivel de hardware que hace que la XO sea potencialmente revolucionaria; más bien, es terriblemente convencional en todo lo que ofrece, incluido su Windows XP SP2. Como voy a desarrollar detalladamente muy pronto en una reseña a fondo, la Classmate tiene apenas la limitación de ser muy pequeña para un adulto, pero salvo eso, todas sus demás carencias son manejables.
Claro está, el criterio aquí es que estamos ante una computadora que hace lo mismo que las computadoras que están a disposición de mucha gente en todo el mundo, y por lo tanto permiten hacer las mismas cosas que se pueden hacer en una cabina, en un laboratorio o en la casa y el centro laboral. La Classmate puede ser equipada con software orientado a la educación, puede almacenar (pocos) contenidos educacionales extra; puede usar software libre, incluido Linux en vez de Microsoft Office o Windows. Pero también puede ser simplemente una computadora en el sentido más convencional del término que podemos enunciar. No puede funcionar bien en entornos inhóspitos, llenos de polvo, excesivamente húmedos, ni resistir exceso de maltrato. Ergo, es una computadora pequeña, simple y urbana. Su mayor virtud puede ser vista como su mayor defecto.
¿Tiene esto algo de malo? Ciertamente no. Si la política de implementación tecnológica estuviese hecha antes de las computadoras, probablemente la Classmate tendría un lugar bastante privilegiado en ciertas estrategias, como primeros años de secundaria, educación para el trabajo, o laboratorios flexibles; la XO podría ser usada en otros contextos. Pero desde la perspectiva de OLPC, el paquete viene completo: una reforma educativa encarnada en computadoras con software libre; una reforma que tiene la intención de cambiar por completo la educación a la imagen y semejanza de una imaginación muy precisa, de una ilusión de hackers; una creencia, sin fundamento alguno, que la posesión de una computadora hecha por y para hackers convertirá a los niños en personas que razonan y producen como hackers, masiva y rápidamente; una ilusión que ve a cada escuela no en el espacio para promover la diversidad o la creatividad en todos sus sentidos, sino como una fábrica de hackers.
En el caso de nuestro país, el actual equipo ministerial ha llegado a la conclusión que la visión OLPC es la más conveniente para la situación peruana, más allá de detalles como la pertinencia o no de usarlas en contextos concretos, o la real capacidad de la computadora terminada y en uso en el terreno. He sostenido desde el inicio de mi argumentación contra OLPC que el gran problema de este proyecto es que nos plantea cambiar absolutamente todo lo que entendemos por educación para adecuar el sistema a las metas de OLPC: cámbienlo todo para que se acomode a la herramienta. Sigo pensando que es un error fundamental, y nada que se diga sobre la controversia entre Intel y OLPC me hará cambiar de idea: OLPC podrá tener las mejores intenciones del mundo pero parte de una premisa fallida, y por lo tanto, es un camino equivocado.
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