Recordemos: el ACTA es una propuesta de tratado contra la falsificación de bienes que está siendo negociado hace un buen tiempo, y que ha creado zozobra en muchos círculos interneteros, por variedad de razones. Desde hace unos meses, partes del texto en discusión han sido filtradas, pero finalmente el texto completo ha salido al fresco, cortesía de la Comisión Europea. Falta información precisa sobre qué país propone qué cosas, pero no está mal, porque se supone que al fin, habrá debate público.
El texto tiene algunas mejoras con respecto a versiones anteriores, como apunta bien este excelente análisis de Ars Technica. El tono represor se ha bajado algo, pero sigue siendo muy agresivo. Lo más crítico, sin embargo, es la lógica tras esta propuesta.
Básicamente, estamos ante la lista de lavandería de las industrias de contenidos, que han llevado la legislación global de derechos de autor de la protección en equilibrio con el bienestar público, a la completa sumisión a los intereses de Big Content. En primer lugar, se pasa de la falsificación a la protección de derechos de autor, asumiendo que cualquier acto de copiado de contenidos es una falsificación. Esto es por lo menos, conceptualmente endeble.
¿Por qué hacer algo así? Porque de esa manera se logra que ACTA enfrente problemas que están regidos por leyes y tratados ya existentes, evitando tener que abrir la puerta para que, eventualmente, aparezcan actores con otros intereses. Tras ACTA está el interés de las industrias de contenidos de los EEUU de trasladar el marco altamente restrictivo de la DMCA al mundo entero, mediante el contrabando conceptual de utilizar a los países de la OCDE como palanca para forzar a los países de la siguiente etapa (incluyendo a aquellos donde hay más falsificación, como China, pero que no participan de la negociación de ACTA) a aceptar el marco jurídico de los EEUU.
Lo malo, es que el marco jurídico de los EEUU incluye cosas muy buenas, como el uso legítimo (fair use), que no está siendo exportado. Solo lo que le conviene a las grandes industrias lo está.
Ciertamente, nuestro colorido país no está participando, pero no me cabe duda de dos cosas: cuando el tratado se firme, el ansia de globalización de nuestros gobernantes los llevara a ponerse primeros en la fila para la firma, a cambio de algún tratado de libre comercio. Y más crítico: nadie debatirá esto cuando llegue el momento.
Ojalá me equivoque...
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