Las recientes revelaciones sobre la capacidad de espionaje de la CIA usando electrodomésticos han causado una natural sorpresa. Si bien se refiere a aparatos relativamente antiguos, y en algunos casos con fallas corregidas por sus fabricantes, esta situación nos recuerda también revelaciones que en 2014 hizo Edward Snowden, de herramientas similares usadas por otra agencia de espionaje de EEUU, la NSA. Estamos ante casos de lo que se conoce como MASINT, o inteligencia de mediciones y reconocimiento, en donde se usa las características de un equipo para determinar ciertos comportamientos o datos. Esta complementa una forma mucho más tradicional de inteligencia, la llamada SIGINT o inteligencia de señales, que captura datos entre dispositivos con el fin de penetrar redes o computadoras.
Entre lo más llamativo está un programa muy especifico Weeping Angel, desarrollado con la inteligencia británica y cuyo nombre es referencia a la serie de televisión de la BBC Doctor Who, donde se usa smart TVs para capturar imágenes usando la cámara que tiene el aparato. Aunque esto solo funciona con ciertos televisores Samsung y nada indica que uno actual tenga la vulnerabilidad específica que hace posible que Weeping Angel funcione, la idea que el televisor que tenemos en casa permita que un tercero nos vea es por lo menos inquietante.
Esto es lo más interesante para el ciudadano de a pie. Pocos de nosotros seremos sujetos de vigilancia de un servicio de inteligencia con herramientas como estas, pero lo cierto es que hay muchas empresas internacionales que tienen acceso, formal o no, a estas herramientas, y que pueden usarlas para sus propios fines. Cada vez más aparatos domésticos están conectados a la Internet, y la seguridad de estos equipos es baja cuando existe; por lo tanto no es inverosímil que un actor privado, criminal o no, pueda espiarnos mediante electrodomésticos o dispositivos digitales.
Por ejemplo, hace poco en Alemania se sacó de circulación la muñeca Cayla, que podía conversar con los niños y contaba con una cámara; se detectó que era fácil de hackear, y que todo tipo de persona podía obtener imágenes y videos de aquellos que jugaran con ella. Por otra parte, empresas como Hacking Team, de Italia, han vendido servicios a politicos en Mexico para espiar y hostigar a sus rivales, sin que sea posible detectar cómo ocurrió este abuso. Solo la atención de activistas permitió descubrir estos casos de privatización del espionaje, sin que el estado se enterara de nada en cada caso. Errores básicos de seguridad por parte de los usuarios facilitan el espionaje, como pasó con miembros del equipo de Hillary Clinton durante las elecciones de EEUU 2016.
Es la privatización del espionaje, junto con la fragilidad de la seguridad digital en general, lo que hace necesario estar alertas. Saber qué está pasando en este campo y qué se puede hacer para evitar ser objeto de espionaje es tan urgente como saber como evitar que nos hackeen el correo, o que nos roben las cuentas bancarias. Las comodidades de la vida digital vienen con sus costos, y en este caso se trata de ser vigilantes con la vigilancia.
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