viernes, 31 de julio de 2015

Manual para Selfies urbanizados

El 28 de julio, fecha solemne del calendario cívico, mientras el Señor Presidente de la República daba un discursito en las escalinatas de Palacio de Gobierno, sus ministros decidieron que estaban en otra, y se conectaron con su adolescente descriteriado interior, entregándose apasionadamente a la fotografía, en particular al selfie.

¡Oh musa canta la cólera de Nicephore Niepce!  tantas barbaridades fotográficas cometidas gracias a la abundancia de dispositivos móviles con cámara, llamados vulgarmente esmarfons.

Pero lo más importante no es el raje por el raje, es el análisis. Es importante organizar las ideas y tratar de entender los procesos socio/económico/político/culturales que subyacen a las actividades cotidianas de comunicación, expresiones de las relaciones de poder, patrimonialismo, aculturación, patriarcalismo, heteronormatividad, subalternidad y re-colonianidad, a través de la subsunción del capitalismo en las formas expresivas de la cultura y el arte. En otras palabras, el selfie sirve para entender el capitalismo tardío neoliberal que nos acogota.

Entonces aclaremos que un selfie no es meramente una foto tomada con un teléfono, sino una foto que uno se toma con la cámara. Esto nos permite afirmar que en la foto de marras, aquí enlazada cortesía del decano de la prensa peruana, algunos están simplemente tomando fotos en plan de turista desubicado, mientras que solo hay uno que sí está tomándose selfies, en plural, porque siempre son varios.

Es más, lo que podríamos llamar un proper selfie (si seguimos a la Escuela de Manchester) o un egoportrait comme il faut (si optamos por ponernos lacanianos), implica necesariamente que la foto tenga como elemento predominante la carota del operador del aparato, es decir que no se vea el contexto sino el ego. Por ejemplo, un selfie simple sería una foto de alguien frente a la Torre Eiffel, donde se ve la Torre pero también en primer plano la cara del fotografiante. Pero un proper selfie requiere que aparte de la carota cubriendo casi todo, la Torre salga, digamos de la crisma del fotografiante, desenfocada, mientras que la cara salga sobre o sub saturada de luz, de manera que el resultado es espantoso desde cualquier perspectiva expresiva o artística. Es simplemente ego, sazonado con absoluto desconocimiento de los principios de la composición fotográfica. En cambio, un meta selfie es un selfie en el que sale alguien que se está tomando un selfie.

Añadamos eso que Radio Shack llama "soporte universal para smartphones", el palito para selfies, y tenemos el mecha selfie: una extensión mecánica del brazo para ampliar el rango del campo fotográfico, con lo que se produce una apropiación subjetiva del entorno a través de la unión de la tecnología y el trabajo humano, aumentando el espacio posible de explotación de lo(a)s personas, así como la subyugación ideológica propia de la reproducción mecánica de las obras de arte. Además el palito de selfies es una extensión del hombre / mujer / largo etcétera, tal como lo había planteado McLuhan, dado que permite ampliar la expresividad no solo fotográfica, sino de presencia personal: así como los banqueros ingleses usaban el paraguas para expresar su rango social, y ciertos personajes de ficción como Mr. Peel de los Vengadores podía extender sus capacidades usando una espada escondida en dicho paraguas, las personas de hoy pueden usar el palito de selfies para extender su reclamo territorial al blandir el palito de forma de dejar en claro que, cual león o perro callejero, no es posible invadir su burbuja. El palito de selfie puede ser además un añadido perfecto al atuendo del hombre moderno, de manera que uno lo lleve en la mano sin que nadie sospeche que en realidad es una cerbatana o el aparato que usó Javier Bardem en No country for old men; indispensable en estos tiempos de inseguridad.

Sumémosle el aparato mismo: para los varones, ya no se usan esas cartucheras que iban en el cinturón, que eran intentos mal disimulados de habilitar un baticinturón en cómodas cuotas. Ahora el celu se lleva en el pantalón, en otro ejemplo de extensión del hombre mcluhaniana: la virilidad se manifiesta en el bulto que deja el aparato, aunque tenga la extraña forma de algo grande pero plano. Para la mujer, el desafío es la combinación entre el cada vez mayor tamaño de los aparatos cuando se usa carteras elegantes, que pueden ser mínimas... Pronto se venderán celulares con carteras.

Lo que vemos en miles de lugares turísticos es, por lo tanto, un proper mechaselfie. En cambio, lo que ocurrió el martes fue distinto: el minselfie, que es el selfie singularmente inadecuado, tomado delante de todo el mundo y cuando se espera que uno actúe de otra manera. No hay que ser ministro para tomarse un minselfie, pero sin duda ayuda.

Entonces: si quieres estar con los tiempos y mostrar tu completo desprecio por el arte fotográfico y por tus semejantes, además de exhibir tu sumisión a la subsunción y a la explotación mecanicista de la comunicación humana, tómate un proper selfie con tu palito en pleno entierro de tu madrina, sonriendo como es lógico: proper mecha minselfie. Será un hombre/mujer/largo etcétera de estos tiempos, y algún arqueólogo, cuando encuentre tu foto en un archivo perdido allá por el siglo ILI, se reirá de ti, y a través tuyo, de la humanidad; y ni siquiera sabrá que fuiste ministro.

Extra: una buena colección de imágenes y bromas (mal llamadas memes, pero eso es para otro día) sobre el tema, en este post de La Mula.






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