sábado, 7 de mayo de 2011

Macca y la frontera hegemónica del modelo

Paul McCartney viene a Lima, yo no lo veré, pero parece que mucha gente está completamente obsesionada con el asunto. No deja de sorprenderme las pasiones que provoca un respetable miembro de la tercera edad, pero en fin, ese no es el punto.

El punto es que todos los que llenarán el estadio de la U, más los que iríamos si las circunstancias fueran otras, más los que quisieran ir si pudieran pagarlo y no se quejan de que sea caro, solo de no poder pagarlo, son de alguna manera el grupo al que el modelo económico, directa o indirectamente, real o imaginariamente, les ha hecho bien. Del otro lado hay mucha gente a la cual les parece caro y mal que sea tan caro, les parece incorrecto que se cobre tanto por un cantante, les parece inaceptable que se gaste en ese tipo de música imperialista, y sobre todo, les importa dos pepinos que haya un concierto así en Lima.

Sin duda hay tonalidades y sutilezas, pero el punto al que quiero llegar es simple: para un cantidad respetable pero minotaria de los peruanos, un concierto como el McCartney es demostración palpable de lo avanzado y de lo que podemos lograr. No se trata del desarrollo, pero se le parece lo suficiente. No hay de por medio vocación por el subdesarrollo o desprecio por las mayorías, ni mucho menos deseo de aguantar la corrupción o de justificar el asesinato, las esterilizaciones forzadas y la cobardía. Es más simple, y más complicado, que eso. Es la idea más o menos difusa de bienestar que se asocia a poder acceder a un concierto.

El problema reside en todos los demás a los cuales un concierto como este les puede hasta molestar o por último, les resulta irrelevante. Para esos peruanos, las cosas están complicadas pero sobre todo no se puede pensar en conciertos porque hay urgencia más inmediatas, o porque un concierto como este resulta un evento extraterrestre, irracional. ¿Gastar tanta plata para escuchar canciones viejas? O mejor todavía, ¿gastar tanta plata cuando por mucho menos también se puede escuchar buena música? El valor simbólico de un acto como este resulta mucho menos evidente, hasta el punto que carece de tal.

Para este grupo, el modelo económico no representa lo mismo que al primer grupo. No se trata de querer ir o no, sino de incluir en las expectativas de bienestar la posibilidad de tener acceso a un concierto de esta escala. Para los que quieren tener la opción, ahora o en el futuro, el modelo les resulta mucho más convincente que a quienes sus intereses de uso y sus búsquedas de gratificación tienen otras formas. Para ellos, lo que el modelo ofrece es bastante menos concreto, y sobre todo, resulta siendo improductivo en relación a los sacrificios.

Así pues, Macca explica el Perú :)
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