lunes, 10 de mayo de 2010

En defensa de la PUCP - el verdadero espíritu de la casa

La pelea sobre el destino de la PUCP tiene varias aristas, pero un subtexto claro: se trata de una lucha por el espíritu de la casa.

Este espíritu se encarna en un proyecto común: con sus defectos, indefiniciones y sin duda sus limitaciones, consiste en una universidad que no moleste los proyectos individuales, sean académicos o de vida.

Es un liberalismo existencial, por así decirlo, en el que las ideas de los demás no son motivo de cuestionamiento moral, pero sí de discusión cuando se manifiestan en la actividad académica. Hay gente con la que no se está de acuerdo, pero salvo no aceptarse el incumplimiento o la deshonestidad, se respeta la diferencia.

Entonces, el espíritu de la casa, creado desde que la PUCP se transformó radicalmente en la década de 1960 hasta el día de hoy, es un cascarón que alberga los más diversos ADN y que no estorba a los individuos. No hay un mandato más allá del trabajo serio (en la mayoría de casos) y el respeto a las opiniones ajenas. No se espera que nadie piense de una manera determinada para solo así considerarlo candidato a docente. La principal virtud de este espíritu de la casa es que todos los individuos tienen libertad de decir lo que quieren, aunque la universidad misma a veces esté limitada por su condición de católica y pontificia y su complicada relación con el arzobispado.

Lo que ocurre ahora es que aparece en los partidarios del arzobispo de Lima una clara perspectiva sobre cómo debe ser el espíritu de la casa. No solo se trata de la cuestión patrimonial, sino de amarrar a la PUCP a una interpretación de la vida universitaria opuesta a la que tenemos hoy. En ella es la iglesia la que decide que es correcto, y solo luego de eso se puede hablar. El tema patrimonial aparece como un pretexto para exigir una tutela ideológica sobre la universidad basada en las opiniones políticas y religiosas del benefactor.

No sé lo suficiente sobre la legislación de testamentos como para opinar los detalles técnicos, pero están claras dos cosas: dejados libres en cancha, siempre habrán por lo menos dos opiniones completamente contradictorias de parte de abogados que disimularán hábilmente sus preferencias ideológicas con argumentos jurídicos.

¿La segunda cosa clara? la intención de cambiar el espíritu de la casa, incluso con amenazas de demandar indemnizaciones de los rectores anteriores (como aparece en este artículo). El razonamiento es simple: Riva Agüero, un personaje sin duda conservador, dejó su fortuna a una universidad de nombre católica y pontificia. La obligación del heredero es respetar su voluntad, que según esta interpretación, no solo implica lo que dice el testamento, sino el sometimiento de todas sus acciones a la opinión de la jerarquía eclesiástica.

Este argumento básicamente nos dice que el actual espíritu de la casa está mal, es incorrecto, que la PUCP no debe cambiar con los tiempos y sobre todo con su gente, y que jamás los profesores tendremos la madurez y la inteligencia para autogobernarnos, necesitando permanentemente la tutela arzobispal. En otras palabras, que estos ciudadanos que hemos hecho y hacemos la PUCP cada día no somos seres dignos de confianza, y que debido a que hace más de 60 años se recibió una herencia debemos seguir, per secula seculorum, bajo la égida del verdadero conocedor de la verdad, el arzobispo de Lima.

Un argumento así no solo es conservador: es profundamente reaccionario, es pre-moderno. Asume que el mundo tiene un orden dictado desde arriba y que solo puede ser interpretado por un grupo de poderosos, y que los demás hemos de someternos a él. Asume que las actitudes que no están claramente indicadas en la doctrina no solo son equívocas, son malas, y deben ser prohibidas y castigadas. Asume que todos somos menores de edad por siempre.

Esta es la pelea de fondo: el oscurantismo contra una módica dosis de modernidad. Es por eso que esta pelea le concierne al Perú en su conjunto, porque si queremos salir adelante como país, necesitamos partir del principio de igualdad no solo ante la ley, sino ante cada uno de los miembros de nuestra sociedad; y necesitamos aceptar que las organizaciones cambian porque son hechura humana, y que el cambio es positivo.

Pero sobre todo: necesitamos saber, todos los peruanos, que solo en el mejor espíritu liberal, podremos salir adelante discutiendo y creando soluciones que partan del mejor análisis y la mejor intención crítica, que no busca mantener el orden que beneficia a unos o a otros, sino entendernos colectivamente. Esto solo es posible cuando los individuos son libres en un entorno libre.

Con sus fallas y limitaciones, la PUCP es un entorno libre de individuos libres. Eso es lo que todos lo que quieran ser libres en el Perú deben defender.
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4 comentarios:

Antonio dijo...

Riva Agüero no era conservador, se definió como reaccionario, cosa bien distinta, como se puede leer claramente en la correspondencia que mantuvo con Luis Alberto Sánchez.
Cualquier lectura que se haga de las versiones de su testamento es clarísima. Puso a la autoridad eclesiástica en la cima de la PUCP, quiérase o no.
La PUCP de hoy no es producto de los aires refrescantes de los 60 sino de la expropiación que hiciera el Gobierno de Velasco a los legítimos propietarios de las universidades privadas.
Ignoro cuál será el fallo de los tribunales, pero estoy convencido, para bien o para mal, a quién le daría la razón el Marqués de Montealegre y Aulestia.

Bryan R. Wilson dijo...

El mismo papa Benedicto XVI acaba de mandar una carta a las autoridades PUCP reconociéndolos y alabando el espíritu católico de la enseñanza de la PUCP.

Según lo que dice Antonio arriba, entonces el Vaticano parece que apoya lo que "hizo" Velasco con la PUCP (lo que evidencia la ligereza de las afirmaciones de algunos comentaristas que saben poco o nada del tema).

Más información de la carta:

http://vaderetro666.blogspot.com/2010/05/cipriani-timon-cambiado.html

Antonio dijo...

Bonita forma de discrepar...
Velasco no sólo expropio (sin pagar nada a nadie) la PUCP, lo hizo con todas las universidades privadas del país. Si se devolvieron los medios de comunicación ¿Por qué no las universidades?
Por otro lado, la carta no la manda el Papa, sino Bruno Musarò, el nuncio en Lima y la carta del nuncio poco, más bien nada, tiene que ver con mi comentario.

Eduardo Villanueva Mansilla dijo...

Antonio: apartede tu opinión, y de la de Cipriani, ¿en que te basas para decir que Velasco "expropio" las universidades privadas? Seria interesante conocer tus fuentes, que espero sean medianamente objetivas y fundamentadas.