martes, 25 de enero de 2011

Túnez, Facebook y las elecciones presidenciales

La crisis política de Túnez ha ofrecido una suma de temas muy interesantes para los interesados en nuevos medios. ¿Cuánto importó la información de Wikileaks? ¿Cuánto importó el uso de Facebook en la masificación de la protesta? Comentaristas normalmente muy agudos, como Roger Cohen, se entusiasman con el rol de Facebook en la revolución, y naturalmente transmite el entusiasmo a sus lectores.

Entonces, ¿qué pasó realmente? ¿y qué podemos aprender de esta revolución feisbukiana?

En primer lugar, que lo de Túnez más que revolución fue una revuelta, que sacó a un grupo de corruptos pero no ha cambiado el sistema político. Una revuelta o derrocamiento es más simple y fácil que una revolución, en que algo debe crearse; aquí todo indica que se podría restaurar el regimen a pedacitos, con alguna mejoría pero sin cambios sustantivos. Una receta para la inestabilidad, al estilo de los conflictos permanentemente resueltos mediante revueltas que Bolivia y Ecuador experimentaron hasta hace poco.

Segundo, que esta revuelta pone claramente en evidencia el poder de Facebook y servicios similares para concentrar la atención de la ciudadanía en una y una sola tarea. Como fue el caso de la marcha de los 100.000 contra las FARC, en Colombia, lo importante aquí es que un catalizador permite que ciudadanos normalmente dispersos coordinen su accionar y descubran que pueden actuar colectivamente. Sin las cadenas de transmisión que la representación política normalmente ofrece, países como Túnez no tenían cómo resolver la evidente raíz del conflicto: un gobierno que no satisfacía a nadie salvo a sus propios miembros. Una serie de acontecimientos crearon un entorno en donde la ciudadanía se dio cuenta que podía actuar.

Sin duda, lo que hace fácil esta actuación es que se trataba de algo con lo que era fácil estar de acuerdo. Ese "que se vayan todos" es el mensaje más simplista, y por ello menos controversial. No hay necesidad de explicaciones o sutilezas, y cuando se pasa del discurso digital a la acción en las calles, su simpleza es todavía más evidente.

Esta simpleza es la gran limitación de servicios como Facebook. Como he dicho antes, lo que ofrecen los medios digitales a la política es la capacidad de movilización, lo que se logra cuando se conecta a grupos dispersos pero de similares posiciones, o cuando se reduce el llamado a la acción a algo incontrovertible. En elecciones, que incluso en países bipartidistas no suelen girar alrededor de mensajes binarios como el caso de una revuelta, es más complicado movilizar a toda la población en una dirección; pero sí es posible coordinar en una gran coincidencia generalista a mucha gente que espera ser movilizada.

El caso Obama es un buen ejemplo: más allá de las evidencias sobre su centrismo, la enorme cantidad de estadounidenses que se dejaron llevar por el movimiento obamista lo hicieron poniendo sus propias intenciones y deseos en él, antes que identificándose con el mensaje, terriblemente vago, que proponía el candidato. Las propuestas eran lo de menos, lo importante era sentirse parte de una "comunidad" en donde todos iban en la misma dirección. La decepción con el centrismo de Obama, con las limitaciones del partido Demócrata, con la falta de claridad de acción política, podían ser predecibles para un observador de la política que hacía Obama, pero no para un entusiasta que asignó a Obama el sentido que él había decidido compartían ambos.

Para las elecciones peruanas, el panorama pinta oscuro. La movilización no está en los planes de nadie, porque esto implica comprometerse con el electorado, cosa que no le interesa a ninguna candidatura; es preferible contar con una portátil o mangonear electores que crear un grupo de gente que luego puede pedir algo. La otra opción es usar nuevos medios para establecer conexiones con grupos específicos, los que pueden movilizar votos de manera directa. Esta es otra posibilidad lejana, porque en el Perú no es necesario hacer esto para lograr acceso al poder: para eso hay congresistas venales, o estudios de abogados cabilderos. Entonces no necesito movilizar a pequeños grupos tampoco, sino ofrecerles acceso por lo bajo.

Así que no pasará nada, como en las regionales o municipales. En estas últimas Fuerza Social usó un tantito los nuevos medios para movilizar, aunque es discutible que esto haya realmente traido algún efecto concreto, y otras candidaturas comunitarias (Miraflores, Barranco) para establecer alianzas implícitas con grupos de interés local. A nivel nacional, es mucho más difícil hacer esto.

A esperar pues, si alguien tiene una idea mejor. Pero vistas las listas parlamentarias, que son en el mejor caso apelaciones populistas y en el peor, acumulaciones irrespetuosas de figurantes, no hay mucho que esperar.
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1 comentario:

Coyote Gris dijo...

Concuerdo con el planteamiento de que la red es un punto de inicio de una accion fuera de la red, las redes permiten el espacio de dialogo para luego tomar accion, el tema es cuando no todos tienen las posibilidades para dialogar en pie de igualdad. Pero no pretendo quedarme en la critica sino avanzar a la accion: aqui esta mi propuesta de accion en mi camino al Parlamento con el Apra (12): http://www.facebook.com/note.php?note_id=185268554846511&id=182364681803775

Me gustaria desde la verdad del dialogo, tu aporte para mejor la propuesta