sábado, 29 de marzo de 2008

¿Hay futuro en el papel? Más sobre la crisis de la industria periodística

Primero, cifras: la inversión publicitaria en prensa impresa en los EEUU cayó 9.4% del 2006 al 2007, según una buena fuente. Todavía sigue siendo impresionante, 42 millardos y monedas, pero igual, la caída es tremenda. Además, se calcula que la prensa de los EEUU ha reducido en 25% los puestos de periodistas / reporteros.

Ahora, el análisis: una de las mejores revistas del mundo, el New Yorker, ofrece un sesudo, bien documentado e impecablemente escrito artículo sobre el posible fin de la prensa como la conocemos. Vale la pena leerlo en detalle, pero básicamente las causas que señala son:
  • El desplazamiento del público ávido de información hacia los nuevos medios.
  • El consiguiente envejecimiento de los lectores: la edad promedio del lector de diarios en los EEUU es ¡55 años!
  • El desplazamiento de los avisos clasificados a servicios como Craiglist.
  • La desconfianza del público con el modelo de control editorial propio de la prensa y en general de los medios masivos, donde se acepta que la función de filtro entre lo que ocurre y lo que se considera "importante". El sesgo ya no se considera adecuado o pertinente.
¿Quienes se alegran con esto? Primero que nada, la extraña combinación de ecologistas y geeks que considera que lo impreso, esa combinación de "árboles muertos y químicos tóxicos" es obsoleta y contaminante, y que preferirían que desaparezca el medio impreso. Pero quizá con más entusiasmo están la variedad de activistas que creen que la gran prensa solo altera la percepción de la realidad en favor de las élites, y que la recuperación de la escena pública solo será posible con la "liberación" de la prensa a través de la fragmentada pero entretenida colección de medios alternativos y especializados entre los que están los "medios ciudadanos" de Dan Gillmor, los blogs en general con su énfasis en la conversación entre lectores, y experimentos como Current TV.

El problema de fondo, como he dicho antes, y he vuelto a decir, es que, agotado como parece estarlo el modelo tradicional de la industria del periodismo, nadie parece saber realmente qué lo reemplazará. Esto quiere decir que la industria está en problemas, y serios.

En términos de comunicación social, la cosa es aún más confusa. El artículo del New Yorker menciona cómo uno de los experimentos más interesantes de alternativa periodística, el Huffington Post, publicó un comentario de un activista de Nueva Orleans en los días post-Katrina, en el que con toda seriedad se decía que los damnificados estaban comiendo cadáveres para sobrevivir. Aunque la editora, Arianna Huffington, tras contactar al activista y comprobar que no habían fuentes, pruebas o siquiera indicios decentes para afirmar esto, posteó una corrección, la idea había pegado y se repitió por todas partes, incluso en medios "convencionales", y todavía se escucha como cierta en círculos afroamericanos.

El control editorial, cuando está bien hecho y no tiene intenciones delincuenciales estilo Wolfenzons, se encarga de publicar lo que es al menos verídico. Sin diarios en el sentido convencional, esto queda de lado, y se combina con el entusiasmo de los lectores para convertirse en fuente segura de confusión y de fragmentación aún mayor del discurso público, uno de los grandes espacios en donde la prensa ha sido un actor fundamental a lo largo del desarrollo de las sociedades democráticas / liberales de la modernidad.

¿Ante qué estamos? Buena pregunta. A seguir pensando...

Añadido del domingo: Slashdot discute el asunto, con interesantes argumentos sobre la prensa local de pequeñas ciudades en los EEUU que podrían ser trasladados al Perú.

2 comentarios:

javier dijo...

Digamos que esa crisis es en los países desarrollados. En países como el Perú, parte de la prensa se ha reciclado haciendo sinergia con la oralidad de nuestra sociedad: El periódico entra en el circuito de la radio bemba y eso se traduce en la fuerza de la prensa sensacionalista y de la prensa deportiva. Otra cosa: Mira tú un kiosko de Santiago de Chile y otro de Lima, acá hay una sobresaturación de medios impresos, muchos de ellos hasta de producción artesanal (prensa de medicina popular, asesoría legal, cancioneros). En todo caso hay un mercado que los mantiene, todavía.

Eduardo Villanueva Mansilla dijo...

El problema es cómo esto favorece o no la creación de industrias mediáticas fuertes, capaces de innovar hacia arriba en vez de encontrar rinconcitos de supervivencia. También es que la radio bemba impresa participa poco o nada del debate nacional, o en todo caso, lo hace como un actor débil, veleta, fácil de influenciar.

El mismo problema que en el mundo desarrollado, solo que menos aparente.

Disculpa la demora en contestarte.