martes, 4 de marzo de 2008

Verde profundo

Como parte de la Semana de la XO-1

Durante todo el tiempo que he hablado de las XO-1, no había tenido oportunidad de tocar una. Mi crítica al proyecto no se basa en la computadora, sino en el concepto a mi entender profundamente equivocado de centrar toda política educativa en un aparato. Solo hace poco he podido jugar con una XO-1, y lo que sigue son mis comentarios.

Hay que considerar que la XO-1 puede ser vista desde varias perspectivas. Digamos que la perspectiva más generosa sería la del geek, que ve en esta computadora una maravilla de ingeniería; el hacker podrá verla con la fascinación de ser una plataforma completamente abierta, pero al mismo podría desconcertarse por algunos baches que parecen elementales. El usuario de computadoras, como yo, verá limitaciones palpables y una utilidad limitada. La persona del común no entenderá mucho. Sigamos esta secuencia.

Es pequeña, compacta, se siente sólida y parece un juguete, no necesariamente en el mejor de los sentidos. Cuando se la prende, funciona, ofreciendo una pantalla que parece en blanco y negro pero que en realidad tiene un color tenue. Es fácil de manipular, su teclado es mucho más suave, y al mismo tiempo mucho más pequeño que cualquier otro que haya usado, no solo en el tamaño de las teclas sino en la altura relativa a la base del teclado. Esta base es muy delgada, sorprendentemente delgada, hecha de un plástico muy duro. El grueso de la computadora está en la parte de "atrás", con la pantalla. Es sin duda una pequeña obra de arte ingenieril.

Tiene varias cosas que desconciertan, que muestran que está todavía en proceso de afinamiento, por así decirlo. La interfaz no es clara, a pesar de la intención declarada de ser intuitiva: en realidad, sirve para demostrar que no hay nada intuitivo sino más bien, consistente o inconsistente, simple o innecesariamente complicado. No hay, o no parece haber claramente dispuesto, un espacio de archivos, sino que la información está organizada por actividades, sea objetos que permiten realizarlas, sea actividades realizadas. ¿Es esto bueno o malo? Volveré al punto más adelante.

Como dije antes, el color es tenue, como lavado. La pantalla tiene buena resolución y contraste pero igual se siente extraño que sea casi pálida. Los íconos requieren alguna explicación, pero no son absurdos o particularmente incomprensibles. La pantalla tiene buen tamaño, considerando el conjunto más bien pequeñito.

Yo no pude usarla para nada salvo como lector de textos electrónicos. El teclado no sirve para manos de adulto, y la versión de las computadoras que recibieron los donantes del programa G1G1 tiene un bug muy feo que hace que tras 10 o 15 minutos, el cursor se vaya al ángulo superior derecho de la pantalla y regrese ahí permanentemente; el único arreglo es reinicializarla. Como lector de textos lo que se hace es girar la pantalla sobre su eje y echarla sobre el teclado, cambiando la disposición de apaisada a retrato; esta función tiene problemas todavía, porque no ajusta los textos al tamaño más adecuado para la pantalla vertical, y el botón de navegación no se reorienta solo, con lo que avanzar implica presionar "arriba" y retroceder "abajo", algo poco natural. Nada que no se puedad cambiar en el firmware, imagino, o reprogramando el sistema, lo que da mucho placer a los hackers pero resulta horrorosamente poco práctico.

Mi piloto de pruebas, 10 años, varón, conocedor de computadoras pero ni por asomo con vocación de hacker, usó esta XO-1 por quince minutos sin problema alguno. Entendió casi todo o en todo caso ignoró lo que no entendía para usar otras cosas; jugó con el TamTam un rato, con eToys otro. Luego la dejó a un costado y siguió con su Nintendo DS. A mi pregunta obvia, respuesta interesante: no, no se confundió, no le costó trabajo usarla, le pareció simpática. Simplemente no le llamó tanto la atención como para dejar de hacer lo que estaba haciendo antes de recibirla.

¿Mi evaluación? Tratando de ser breve, en cuatro planos de comentario:
  • Hardware: Interesante pero menos impactante de lo que esperaba. Entiendo por qué han habido problemas con las "orejas", que sirven como cerrojos y antenas WiFi al mismo tiempo: se las siente muy vulnerables. El plástico duro, más duro de lo que uno está acostumbrado ahora, resulta algo incómodo. Intuyo dos áreas potencialmente vulnerables a mediano / largo plazo: el pivote sobre el que gira la parte superior, no continuamente sino por pasos, bien puede sufrir mucho en entornos inhóspitos y puede dejar de funcionar bien, complicando el uso; la base sobre la que reposa el teclado, si bien hecha de plástico durísimo, es muy delgada y podría quebrarse por maltrato. En general es tan pequeña y adecuada al uso infantil que me parece será inútil para un chico de 14 años, o menos quizá.
  • Software: más allá de los problemas mencionados, el conjunto educacional se ve aceptablemente bien hecho, pero habría que verlo en la "vida real", si es que sirve realmente para su propósito o si solo se lo podría usar fuera de horas, por estar fuera de la lógica instruccional que se usa en los colegios. La funcionalidad de lector de textos es mero Acrobat, y carece de lo más importante: capacidad de anotación. El software permite interacción en ciertos casos, pero no lo hace para la lectura, lo que me parece un área que demandaría urgentemente acción. En el rango de edades en cuestión, los libros son al mismo tiempo cuadernos de trabajo: en la actualidad, un texto es un texto intocable.
  • La interacción con otros entornos: todo el sistema tiene su propia lógica, lo que es bienvenido. Pero al mismo tiempo, esta lógica está completa alejada de aquella que usan las computadoras "en el mundo real", desde Windows hasta Linux. La idea de organizar el uso como un diario (journal) no tiene nada que ver con la muy común lógica de archivos, que asumo se puede criticar por muchas razones pero igual, es la lógica predominante y por lo tanto, la que será usada por los chicos y sus profesores en el ya citado "mundo real". Podrán decirme que se puede montar Sugar (la interfaz) sobre Linux, pero eso no es el mundo real: es el mundo hacker, con muchas virtudes pero habitado por muy poca gente.
  • La pertinencia: es una computadora muy interesante; el software es interesante. Hay problemas, pero intuyo que nada que no se pueda solucionar con paciencia y algo de tiempo. A pesar de esto, me sigue pareciendo un camino errado.
Me explicaré con una metáfora literaria: cuando, tras haber construído la computadora más potente imaginable, los habitantes de una dimensión distinta a la nuestra deciden interrogarla, le piden la respuesta a la pregunta sobre la vida, el universo y todo lo demás. Cuando tras un muy largo plazo la computadora les da la respuesta (que no voy a mencionar para no arruinar el efecto), los intelectuales en cuestión quedan tan desconcertados que solo una observación los logra sacar de su catatonia: tal vez, en su apuro por saber la respuesta, no se preocuparon de formular bien la pregunta...

Esto es lo que siento con la XO-1. Seguros de tener la respuesta, todo, desde el hardware hasta el software, fue diseñado asumiendo que funcionaría no solo en términos computacionales o informáticos, sino educacionales. Que todos los problemas de la educación tienen respuesta en la computadora, aun cuando no sabemos cuales son esos problemas... o si vamos a crear nuevos problemas. ¿Qué pasa si cambiamos el sistema educativo, bajo la premisa que todos los chicos se van a estusiasmar con la computadora, y luego resulta que no es así? ¿Qué pasa si asumimos que los problemas de software que se presenten serán enfrentados por los propios chicos, y luego resulta que nadie quiere enfrentarlos? En otras palabras, ¿y si los problemas son otros? La escuela es para todos, pero parece que los que han pensado este proyecto solo han visto un tipo de potencial y han asumido que todos los tienen. Bien puede ser otro el caso.

Usar la XO-1 me ha servido para darme cuenta de esto: es un pedazo sensacional de tecnología que bien puede terminar siendo un pequeño estorbo a la creatividad, interés y dedicación de millones de niños que nunca serán hackers o geeks, sino solo usuarios laborales o prácticos de computadoras. ¿Cuánto hemos pensado en ellos?

Agradecimientos:
  • Steve Cisler, que me prestó la computadora.
  • Manuel Bello, que formuló mejor que yo la idea de la diversidad en la escuela.
  • Douglas Adams... ¿obvio, no?

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