Tuve la oportunidad de participar en la VI Bienal de Comunicación, que tuvo lugar esta vez en Córdoba, Argentina. Si bien para la mayoría de peruanos esta ciudad tiene como principal virtud haber sido el sitio de los goles de Cubillas, Córdoba es una ciudad con una larga tradición académica, con un centro urbano simpático, casi colonial, y con gente muy agradable con ese cantito tan propio de la zona; si a eso se le suma las demás virtudes argentinas (espléndidos helados, por ejemplo), resulta un lugar encantador.
Los organizadores del evento hicieron lo posible por que les quede bien, pero dentro de los parámetros propios de un evento académico de comunicación en Argentina. Se trata finalmente de un ambiente muy intelectualizado, con mucha presencia de marxistas no reconvertidos, y con un "democratismo" que es más bien populismo, de forma tal que en una mesa de trabajo podían haber estudiantes presentando con profesores, aunque la coherencia temática era algo floja. La organización estuvo ahí no más, sin ser mala.
Uno podía ver para dónde iba la cosa por los invitados: aparte de periodistas, la presencia ineludible de las Madres/Abuelas de la Plaza de Mayo, y varios académicos locales conocidos (Héctor Schmucler, Aníbal Ford, por ejemplo), el plato fuerte fue Ignacion Ramonet, el director de Le Monde Diplomatique y uno de los líderes intelectuales del Altermundismo. En otras palabras, un espíritu de crítica más o menos radical, que por lo demás no sería ajeno a la tradición latinoamericana de estudios de comunicación.
Cualquier congreso, así sea malo, puede ser útil si se lo aprovecha de la manera correcta: si las ponencias son buenas, no importa que no funcione la organización; si las ponencias son malas, habrá alguien con quién rajar; si no hay nadie con quién rajar, algo de turismo se puede hacer. En el peor de los casos, uno se puede encerrar en el hotel y leer o escribir. En este congreso, las ponencias podían ser inteligentes y interesantes, aunque no faltaría alguna idiotez; había gente con quién hablar, y mucho; y la ciudad prometía como espacio de turismo. Ergo, no todo podía hacerse bien. Sacrificar algunas presentaciones principales, más o menos ya conocidas, y dejar de escuchar algunas ponencias, que apuntan hacia sitios que no interesaban, fueron estrategias para conversar con los colegas y para conocer Córdoba.
La pregunta obvia al final de la experiencia: ¿qué tan lejos estamos? Que en realidad, es como tres preguntas juntas: qué tan lejos estamos los académicos peruanos de nuestros colegas continentales; qué tan lejos estamos los latinoamericanos del resto del mundo; y qué tan lejos estoy yo de aquellos que hacen cosas similares a las que yo hago.
No voy a encontrar a discutir el tercer punto, porque no creo que este blog sea el espacio. El segundo punto, requiere un post más grande... el primero, en cambio, es más simple.
Partamos por definir quiénes son los "académicos peruanos". A riesgo de sonar horrible, no es para nada plausible hacer un paralelo entre los académicos de provincias y de varias universidades limeñas, con los pocos que estamos en condiciones materiales primero, e intelectuales después, de estar conectados con el resto de la región y el mundo. No me cabe duda que hay colegas motivados y preparados en muchas universidades de provincia, pero los costos, y la ausencia de facilidades para salir al exterior, complica muchísimo que se mantengan al día. Aquellos que tenemos las facilidades para hacerlo, por lo general no desentonamos.
El problema es con qué entonamos. La especialización profesional, que se refleja en preocupaciones temáticas precisas, no tiene nada de malo, y es una de las formas más lógicas de articulación con la comunidad latinoamericana. Los que trabajan comunicación en salud, o publicidad, o relatos audiovisuales como la telenovela, o las angustias propias del periodismo digital, logran dialogar con los colegas igualmente especializados de afuera. Pero esos colegas, en muchos casos, tienen mejores mecanismos para mantenerse al día sobre lo que podríamos llamar "preocupaciones sombrilla", las cuestiones grandes de la comunicación, que van más allá de un espacio profesional para ser, propiamente, académicas.
Hay (habemos) algunos que nos preocupamos de esos asuntos sombrilla, que cubren la comunicación y le dan sentido a las prácticas profesionales en el contexto mayor de la academia. Lo que nos falta en el Perú son espacios para dialogar entre nosotros, de manera de facilitar que todos estén enterados de lo que pasa y qué se piensa sobre eso que pasa; esa es la ventaja que tienen los colegas argentinos, brasileros, pero también chilenos, colombianos, venezolanos. Ellos tienen como conversar no solo de lo que hacen, sino de como contextualizarlo en el gran discurso de las angustias de la comunicación.
Nos urge desarrollar esos espacios. En su ausencia, sin un mercado local de publicaciones en comunicación, y en realidad sin muchos eventos transversales para acercar a los académicos entre sí, vamos a seguir dependiendo de los rollos ajenos, los que no siempre son útiles o pertinentes, como prometo explicar en algún momento de los próximos días.
1 comentario:
Muy buen blog...
Yo también estuve en la Bienal!
Saludos desde Salta (Argentina).
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