Retomando un tema anterior, la oportunidad de asistir a un evento con intenciones continentales siempre sirve para mirar con atención la situación de la actividad académica. También es útil para ubicarnos en los debates generales, e intentar comprender por qué estamos relativamente lejos de entender grandes y pequeñas preguntas sobre la comunicación.
Partiré diciendo que mis intereses nunca han sido convencionalmente comunicacionales: desde mis primeros años en el campo, mi acercamiento se ha basado en un interés claro por lo que se llamaría hace una década la "tecnología de información y comunicación", y que ahora podríamos calificar mejor como "nuevos medios". La discusión sobre nuevos medios requiere precisiones metodológicas y teóricas que todavía no están muy difundidas en la región; si se añade a la colada ideas como "convergencia", todo se hace más confuso, pero no por ello menos interesante.
En mi modesta y personal opinión, la Bienal ha sido demostración perfecta de cuatro cosas:
1. Hay una percepción cada vez más positiva del potencial de los nuevos medios para lograr los viejos objetivos de la comunicación, como la democratización del acceso y la difusión.
2. Hay poca noción de la relación entre los desarrollos mediáticos convencionales, la convergencia y el potencial de los nuevos medios.
3. Hay poca conciencia que los nuevos medios no solo son aquellos que se parecen a los medios masivos (como podría ser un blog) sino que también incluyen a formas nuevas, completamente alejadas de la idea de democratización o amplicación de la esfera pública, como puede ser un espacio social estilo MySpace o Hi5.
4. No hay todavía formulaciones teóricas que sirvan para pensar políticas de comunicación en la era convergente. Todavía estamos muy pegados a tradiciones más convencionales.
Esto se manifiesta de distintas maneras. Si bien respeto el trabajo de Ignacio Ramonet, sus comentarios tienen una matriz ideológica que no logra, en mi interpretación, salir de una visión dualista de la realidad. Por ello la simpatía con el regimen de Chávez, que está bien claro no valora la construcción de una polity liberal como un tema que valga la pena. Una suerte de deslinde teórico entre los aspectos económicos de la actual comunicación globalizada y las virtudes políticas de la tradición liberal podría acercarnos a una suerte de centro radical, como el que proponía Giddens en su ya muerta (asesinada por Tony Blair) tercera vía, pero no somos todavía capaces de articular un discurso que apunte en esa dirección.
El resultado es que contamos con buenas descripciones pero pobres agregaciones. Hay trabajo que muestran de manera interesante lo que hace la Internet a la gente, o lo que la gente hace con la Internet. Desde Carla Colona y Teresa Quiroz aquí en el Perú, pasando por gente como Gustavo Cimadevilla, Roxana Cabello y Guillermo Mastrini en Argentina, o Octavio Islas en México, para mencionar a los que tengo en este momento presente, presentan de manera interesante, cuidadosa, sólida y sobre todo sugerente parte de lo que ocurre. Pero el resto queda en el aire, todavía.
Digamos que por ahí van las cosas. Seguiré dándole vueltas al tema en las próximas semanas.
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