miércoles, 25 de marzo de 2009

Solo faltan dos años... (III)


It's not really work
It's just the power to charm

I'm still standing in the wind
But I never wave bye bye
(Modern Love)

Los rupturistas quieren ser muchos pero en realidad se reducen a uno. El buen Ollanta Humala es un caso complicado y sin duda muy interesante, visto desde afuera, pero intimidante y peligroso, visto desde adentro. Lo que resulta lamentable dado que podría ser tan valioso para el país tenerlo siquiera como oposición.

Puedo imaginar a algún lector considerando que los rupturistas no se agotan en Ollanta Humala, sino que también incluyen al Movimiento Nueva Izquierda (pocas veces un oximoron tan obvio entre nombre y práctica), la socialdemocracia radical de Susana Villarán, o el PS de Javier Diez Canseco, pero ninguno de estos partidos tiene capacidad ya no de ganar las elecciones, sino de siquiera forzar la agenda electoral alrededor de sus prioridades. No importa qué haga Susana Villarán bien, o Rolando Breña mal, no importan.

No intento descalificar las propuestas o las personas, simplemente juzgar sus posibilidades electorales. Personalmente creo que algunos de estos grupos de izquierda han cambiado lo suficiente como para intentar hacer un gobierno aggiornado y competente, mientras que otros más bien están anclados a sus propios fantasmas, con todo lo irónico que puede sonar semejante cosa. Pero igual, quizá algunos militantes de la izquierda moderada puedan volver a ser ministros o funcionarios de alto nivel con un Toledo (bis), o los más radicalizados podrán recibir cierta cuota de poder con un Humala a cargo del negocio, pero hasta ahí llega. Buenos cuadros, sin viabilidad electoral.

Entonces, nos queda Humala como representante del rupturismo, de la variante radical de la izquierda. No son lo mismo: rupturistas a su manera también son los fujimoristas, que están dispuestos a romper con todo lo que sea necesario, incluyendo la estabilidad económica del país, si se trata de su líder. Y tampoco ser de izquierda (es decir, enfatizar el rol igualador y redistributivo del estado, fortalecer las políticas sociales y darle fuerza a las políticas públicas pro-diversidad, pro-derechos humanos, pro-desarrollo humano) implica rupturismo, como los últimos 20 años de gobierno de la izquierda chilena (en alianza con la centro-izquierda, OK) o los últimos años en Brasil muestran.

El rupturismo nos dice que el sistema político está tan mal, que solo es posible arreglarlo a patadas. Las patadas pueden ser sistemáticas y relativamente suaves, como en Ecuador, o pueden ser descontroladas y fuertes hasta provocar respuestas destempladas, como en Bolivia. Pero en todos los casos hablamos de cortar todo lo que había, botarlo a la basura y comenzar de nuevo. La prioridad es reconfigurar el sistema político para luego, creado uno que se pueda controlar mejor, comenzar a hacer grandes cambios.

Watching him dash away, swinging an old bouquet - dead roses
Sake and strange divine uh-hu-hu-uh-hu-hu youll make it

Passionate bright young things, takes him away to war - dont fake it
Sadden glissando strings Uh-hu-hu-uh-hu-hu - you'll make it
(Aladdin sane
)

A priori, el rupturismo no tiene que ser autoritario, pero en el caso de Humala todo indica que lo es. Se basa en la noción que la ruptura tiene que ser violenta, contundente, pero sobre todo con clara línea de mando. Al mismo tiempo, tiene en su base una ilusión, pues asume que a punta de carajos, de achoramiento, de matonería disfrazada de virilidad, se puede cambiar el país. Creo que es esencialmente un error, una equivocación que además puede ser fatal.

I never done good things
I never done bad things
I never did anything out of the blue, woh-o-oh
Want an axe to break the ice
Wanna come down right now

(Ashes to Ashes)

¿A qué se ha dedicado Humala estos tres años? A insistir en su idea francamente simplona que el problema que tenemos por delante se reduce a la falta de cariño al país, cariño definido como lo hacen los militares, y al "entreguismo": la disposición a poner los recursos y las riquezas en manos ajenas. Como los militares son los más patriotas, por definición, solo en ellos se puede confiar, o por lo menos, en aquellos que han aceptado el método militar de amar el país: obedecer al mando. La solución entonces es que un comandante defina el deber ser nacional, y lo ejecute, con el resto de nosotros detrás, obedientes y efectivos. Nada más. Entre que son extranjeros o transnacionales, y que no son lo suficientemente obedientes, los empresarios no le cuadran, y si son chilenos o cercanos a los chilenos, son traidores a la patria en potencia sino en acto. El socialismo, o cualquier cosa que reciba un nombre similar, pasa por la sumisión al mando, y por el estatalismo, es decir la aplicación del mando militar a la economía.

Los problemas de esta aproximación a lo político son obvios: en un mundo interconectado, la noción de un comando es ridícula, porque impide descentralizar la decisión para hacerla ágil; concentra el poder en una mano para debilitar la capacidad de enfrentar la complejidad de manera colectiva; es imposible que la centralización funcione sobre todos los menudos y pequeños ámbitos del poder, por lo que la mano dura solo alcanzará a algunos lugares algunas veces, con la consiguiente falta de capacidad para evitar la expansión de la corrupción y la ineficiencia.

Como la conducción centralizada no alcanzará, se culpará al sistema político, y se propondrá una nueva constitución que garantice una mejor concentración del poder. Luego, destruida cualquier oposición, la ineficiencia se consagrará como un efecto inevitable del amiguismo y las prebendas, para no hablar de la corrupción. No habrá a quién quejarse, pues el que se queje será simplemente un enemigo de la revolución. Los detalles (crimen, suciedad, ineficiencia, falta de previsión) no serán motivo de atención, pues siempre habrá algo más importante, en la definición del comandante en jefe, que merezca la prioridad.

Boy, thanks for hesitating
This is the kiss off
Boy, thanks for hesitating
You'll never know the real history

Just a couple of dreams
You get up and sleep
You can buy God

(Joe the Lion)

Me gustaría creer que Humala ofrece algo distinto, pero igual que Lourdes Flores ha optado por su Idaho privado, nuestro protagonista de hoy ha decidido que no vale la pena acercarse al país que existe sino seguir refugiándose en el país que se ha inventado. Ahí donde el capital es malo, los pobres son buenos, los incapaces valen por leales y los prejuicios son inteligentes, el señor Humala disfruta siendo el comandante que dejó de ser hace muchos años para apostar que presentarse agresivo, achorado y xenófobo reemplaza la definición de un programa político que permita imaginar rescatar lo bueno del crecimiento económico con lo mejor de la solidaridad, la construcción de un estado para todos, el respeto a los derechos humanos y a la diversidad de opiniones y opciones, y el orden como resultado de consensos, de necesidades compartidas, no de decisiones de arriba. El sigue su baile y espera que lo aplaudamos; espero sinceramente que algo mejor aparezca para no quedar atrapados en su ritmo.
-

No hay comentarios: