viernes, 20 de marzo de 2020

Pandemia con vista, II

Tres muertos en el Perú.

No sabemos cuantos más vendrán pero es evidente que serán muchos. Al parecer también es evidente que el mundo cambiará.

Si es cierto que cuando uno es carpintero todo parece clavos, las proclamas sobre el futuro de los que observan el mundo, desde la ventanita minúscula que cada uno tiene en medio de la emergencia, sirven más para comprobar los sesgos preexistentes que como ejercicio coherente de prognosis. Hay quienes están afirmando con convicción envidiable que el mundo tendrá que cambiar y que cambiará en la dirección que les gustaría que cambie: sea la solidaridad o la educación basada en dispositivos móviles.

Los propagandistas de Cuba insisten en las virtudes del interferon, compuesto químico que Cuba produce desde hace décadas y que no sirve para curar sino para paliar, pero que sobre todo abunda en todas partes porque se produce desde hace más de cincuenta años.

Los propagandistas --ingenuos-- de Rusia alaban que el viejo Oso no tenga muchos infectados y que Putin haya, él solito al parecer, decodificado el genoma del SARS-nCoV-19, cosa que se hizo antes y en muchos sitios.

Los que condenan a los pitucos por salir a correr se alternan con los que condenan a los pobres por seguir en la calle vendiendo. El pobre no cree sino en si mismo y por eso necesitamos una revolución, o dejar de ser pobres, o lo que venga a tu imaginación. El pituco es malo, malo, malo, y egoísta por pensar en él y no en los demás, aunque el pobre lo hace porque no cree en los demás.

Algún señorón que vende su imagen de "niño terrible" gracias a la complacencia de la prensa cubre su deseo de seguir haciendo lo que le da la gana en un liberalismo a ultranza, de esos que sostienen que cada "homo economicus" puede decidir mejor que nadie por su propia salud. Aparte de lo absurdo del argumento en medio de una pandemia, no puedo dejar de pensar en lo desagradable que debe ser no tener quien te haga la cama, te exprima el jugo y te tiña el pelo.

Algún radical con añoranzas autoritarias quiere que expropien el Golf de San Isidro, porque eso es más urgente que habilitar parques en donde no los hay y educar a la gente para que los use bien y los cuide.

Yo solo me paro en la puerta de mi casa y veo lo que queda de la normalidad, y compruebo que lo primero que extrañamos es eso, lo de siempre. Que el elástico ha sido jalado tanto en una dirección tan incomoda y peligrosa que lo primero que querremos todos será la normalidad. Pero que es cierto, que hay fuerzas que están alterando elementos estructurales, esos que no se ven, y que quizá sea posible combinar las posturas: querremos normalidad pero no podremos evitar los cambios, porque esos no vendrán de nosotros.

Los jóvenes cuyos planes de viaje quedaron truncos volverán a soñar con hacerlos, pensando que podrán ver los cisnes en Venecia.

Las empresas que están a punto de quebrar serán salvadas por muchos gobiernos, aunque esto signifique no asistir a los ciudadanos.

Volverán los aviones y los barcos a circular con todo lo que tienen que traer de aquí a allá, y seguiremos hiperglobalizados.

Habrá un daño psicologico, masivo, pero al final será superado. Como una guerra mundial, ¿será lo que defina un época? Quizá el colapso del dominio de los EEUU por un mundo en clara competencia entre un autoritarismo con plata, el chino, frente a una democracia en declive, sino decadencia, Occidente. Qué ocurrirá con ese nuevo conflicto es difícil de saber pero es más difícil imaginar que el modelo económico cambiará.

Me estoy imaginando la elección presidencial peruana de 2021. Sin Vizcarra, es decir sin alguien a quien echarle la culpa o halagar por su acción ante la mayor crisis de salud pública desde el cólera de 1991 (sino antes), ¿de qué van a debatir los candidatos? ¿Como el estado peruano se preparará para la próxima pandemia? Lo dudo. Digo, si hay elecciones: quizá tengamos la pandemia, en segunda o tercera oleada, durante la campaña.

Si el mundo está sufriendo un shock, lo único que se puede decir es que solo aquellos que sobrevivan mejor podrán reconfigurar las instituciones y estructuras planetarias. Aún está lejos saber quién será ese "vencedor", pero parece más probable que sea China a que los EEUU, atrapados en la payasada trumpiana, sepan como reimaginarse.

Y nuestro querido Perú, quizá sobreviva más o menos igual. Pero difícilmente salga adelante.






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