domingo, 10 de julio de 2011

Sobre las aerolíneas en el Perú

Hoy el suplemento Domingo, de La República, publica un artículo interesante sobre la posibilidad de una aerolínea estatal, la que recibe el arbitrario nombre de "bandera". Más allá de lo inactual del concepto, la idea da vueltas hace un buen tiempo. Hay al menos tres argumentos para promover la participación del estado en la aviación comercial; varios se mezclan sin orden en la discusión publica.

1. El Perú debe tener una aerolínea estatal por razones de seguridad nacional, geopolíticas, o hasta de orgullo.

2. Las tarifas son caras por el enorme peso que una sola aerolínea, LAN, tiene en el mercado (se menciona 83% de los movimientos en el artículo).

3. Existen muchas localidades, sobre todo en las selva alta y baja, sin servicio aéreo, que no lo tendrán por razones comerciales, que no podrán despegar económicamente sin el.

El primer argumento me parece deleznable, no solo porque hay cosas mucho más urgentes para asegurar a la nación (vean el tema de la TBC en el cerro San Cosme, hoy en larep también, y díganme si invertir en aplanar ese cerro no sería una mejor inversión de recursos escasos), sino porque no hay realmente nada de qué preocuparse en el frente político-militar como para poner la seguridad nacional a la antigua, como prioridad. Nuestros problemas son el narcotráfico, la violencia criminal, la desorganización política y el caos público, no una imaginaria amenaza de enemigos inexistentes.

El segundo argumento y el tercero se chocan hasta anularse casi por completo. Competir con Lan, que cubre catorce destinos, implica entrar con un montón de aviones en rutas caras, mientras que servir las localidades aisladas implica otros aviones, otra organización, y en general un modelo de negocios distinto. El artículo menciona una propuesta que modelaba a la aerolínea estatal al estilo de una RyanAir: aeropuertos alternos (¿Las Palmas? ¿Realmente queremos aumentar el uso de aviones sobre la ciudad?), ventas solo por Internet, servicio completamente elemental, maletas pagadas aparte. Pero ese modelo no funcionaría en zonas en donde la idea es facilitar el movimiento de personas y de su carga, sino no estamos cambiando nada: de Tingo María a Tarapoto, el grueso del movimiento será de comerciantes, y esperar que compren por Internet pasajes que además requieren un trámite aparte para la carga, es como muy optimista.

Este modelo se intento hace cincuenta años con SATCO, y de alguna manera fue la justificación a medias de TansPerú, que colapsó bajo su propio peso de ineficiencia y falta de seguridad. El punto de fondo sigue siendo el mismo: los costos de entrada para el negocio aerocomercial son enormes y la inversión para hacerlo seguro y confiable, muy alta. ¿Existe demanda para cubrir esas localidades? No lo sé, y no conozco de estudios que lo demuestren, o que nos digan en qué términos se define esa demanda.

En el fondo, la idea de una aerolinea de bandera solo funcionaría en un mercado altamente regulado, en donde ningún operador pudiese competir por precios, y las rutas más caras subsidiasen las menos rentables. ¿Es posible hacer algo así? Discutible. Pero plantearse una respuesta de hace cincuenta años, la aerolínea estatal, a un problema actual en un mercado completamente distinto, es una muy mala idea. Mejor planteamos abiertamente un regreso al modelo aerocomercial altamente regulado, o comenzamos a imaginar respuestas distintas a estos problema, bajo la lógica de lo que realmente necesitamos, no de lo que imaginamos como bueno.

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