domingo, 3 de abril de 2011

¿Y si gana Humala? A lo mejor no es tan malo...

Escribo esto iniciado un debate que puede ser decisivo para el resultado electoral de primera vuelta, y confirmado en mi opción de votar en blanco. En este escenario, es posible que la segunda vuelta sea entre el cáncer y el SIDA. Claro está, el SIDA es Keiko Fujimori, que no tiene nada que valga la pena rescatar, y que encarnaría el más patético salto para atrás al vacío de la historia de un país lleno de ellos.

Sin embargo, en el escenario Humala / Fujimori, la hipocresía de la derecha, la capacidad acomodaticia de un APRA que solo existe para el ego de Alan García, la falta de principios de buena parte de los políticos y de la clase empresarial y financiera, y la completa ausencia de sentido de realidad de buena parte de la población, muy probablemente le darían el triunfo a la heredera política de un asesino corrupto y cobarde. Por eso habría que optar por el cáncer...

Partiendo que algunos cánceres se pueden derrotar, Humala puede ser visto como una oportunidad. No me cabe duda alguna que su intención es autoritaria y el izquierdismo es tan un pretexto como el de Chávez; que va a crispar las relaciones con Chile por su vocación de cachaco; que va a enfrentar los tremendos problemas de seguridad ciudadana poniendo a un militar retirado en el ministerio del Interior y manteniendo los mismos malos principios de pasividad, línea de comando por encima de la realidad, y corrupción que caracterizan a la policía; que va a hacer que el país se paralice en una discusión bizantina sobre la constitución, en vez de reformar el estado y comenzar a reorientar la relación entre los distintos niveles de gobierno y la población; que la visión setentera de la comunicación los hará buscar "democratizar" los medios masivos, metiéndose en un problema ridículo cuando el tiempo está encargándose de desaparecer a estos viejos medios. Un largo etcétera.

Pero precisamente por eso, es una oportunidad. Para la izquierda, de sincerarse y optar por una apuesta por un sistema democrático y por el respeto a las leyes, alejándose de nociones caudillistas y populistas; para la derecha, de entender que el sistema es tan importante como el modelo, y que afirmar la democracia implica conflictos y desacuerdos pero que a la larga se sale ganando; para la clase política en su conjunto, que es necesario reivindicar la calidad y la dedicación de los políticos, sin peleles, payasos o arbolitos de navidad que decoran pero no sirven para nada en el Congreso, sino con buenos políticos haciendo su chamba en orden y con convicción. Y para la sociedad en su conjunto, de exigir y plantear un diálogo serio sobre qué cuernos queremos hacer con el país, más allá de las promesas altisonantes y la frivolidad de un Toledo, el fetichismo de la obra pública como reemplazo de la inteligencia y el respeto a los rivales de un Castañeda, y el marketing sin propósito real mientras solo se defiende al capitalismo multinacional de un Kuzcynski.

En otras palabras: un triunfo de Humala, que no me hace feliz, puede superarse. Creciendo de verdad, como país, como sociedad y como espacio político. Que la Fujimori gane en las ánforas es la derrota de la república, mientras que Humala nos ofrece la posibilidad de crecer como república. Poco probable, pero a veces, se logra vencer el cáncer.
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