El problema es que le cayeron, por colocar una traducción de Derrida. No fue Derrida, no fueron sus herederos, sino la editorial, Editions de Minuit, dueña de los derechos de traducción. A través de la Cámara Argentina del Libro, pusieron acciones legales, cerraron el sitio web, y amenazan con condenar a Potel a "pena privativa de la libertad" de hasta seis años... Aparte de la solidaridad que el caso plantea, y de las medidas digitales para evitar que el sitio desaparezca (disponible en el Internet Archive y a través de Easy Share), la cosa queda clara: difundir, sin fines de lucro, obras no disponibles en un idioma pero bajo control de derechohabientes, traerá consecuencias penales. En vez de una política cultural orientada a facilitar este tipo de acciones, que liberan contenidos de alto interés cultural, bajo interés comercial sin lucrar en el proceso, se sobre valora el interés de los titulares de los derechos patrimoniales, ni siquiera de los derechos morales. Es bien difícil hacer algo al respecto. Incluso si tuvieramos un gobierno interesado en el tema, los acuerdos internacionales de los que somos parte harían muy complejo facilitar iniciativas como ésta. Si bien los académicos podemos liberar nuestras obras y facilitar su difusión, hay un grupo significativo de obras que no llegarán al dominio público hasta dentro de mucho tiempo... Pero siquiera hay que pensarlo. Espero sus comentarios, blawyers... -Uno de los más conocidos sitios Web de Potel, el www.jacquesderrida.com.ar se concentró en su filósofo francés favorito, Jacques Derrida (1930-2004), de origen argelino y fundador de la “deconstrucción”. En este sitio Web Potel incluyó muchos de los trabajos del filósofo, traducciones en español, foros de discusión, resultados de investigación, biografías, imágenes e informaciones típicas de este tipo de recurso en línea. “Quería compartir mi amor por la filosofía con otras personas. La idea era difundir los textos y hacer una especie de ordenamiento”, declara Potel.
Para Potel, lo que él hacía era lo que los profesores han hecho durante siglos: ayudar a los estudiantes a acceder al conocimiento. “No es posible encontrar ni en bibliotecas ni en librerías de Argentina una colección tan completa de las obras de Derrida y Heidegger como las que estaban en la Web”, señala Potel. De hecho, sólo dos librerías en la ciudad más grande de Argentina, Buenos Aires, ofrecen algunos de los libros de Derrida y por tanto muchos de sus trabajos rara vez se encuentran disponibles para los lectores. Potel gastó décadas visitando bibliotecas y librerías para reunir el material que incluyó en su biblioteca en línea. “Muchos de los textos allí incluidos ya están agotados”, argumenta Potel. Los libros que están agotados no pueden ser adquiridos por los lectores y aún así están protegidos por leyes de propiedad intelectual.
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