martes, 23 de junio de 2009

OLPC: discusión en Communications of the ACM

Un artículo interesante aunque quizá algo tradicional en su aproximación teórica: OLPC: vision vs. reality, ha sido publicado en la respetada Communications of the ACM.

No dice nada que sorprenda, pero es interesante que provenga del "corazón de la bestia", dado que la ACM es una reconocida agremiación de profesionales de la informática. Critica lo que personalmente siempre he criticado: es una visión que ignora las sutilezas y las complicaciones de la realidad, y que asume ser tan buena que amerita que todo se adapte a ella. Además revisa las dificultades comerciales, institucionales y técnicas contra las que el proyecto se ha encontrado.

Útil para cualquiera interesado en el proceso de implementación.
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jueves, 18 de junio de 2009

De Bagua a Irán

Los sucesos de Bagua siguen marcando la agenda nacional, y sirven para reflexiones sobre la política, la sociedad y la comunicación.

Sin duda la generalización de acceso a recursos tecnológicos ha facilitado, siquiera ligeramente, tener un poco menos de confusión sobre lo ocurrido: fotos y videos que nos permiten ver qué ocurrió. Pero también hay el otro lado: la conversación se pone especialmente necia porque los nuevos medios, en particular los blogs, sirven para que los individuos se expresen sin cortapisas y puedan decir lo que creen, sin mayor responsabilidad ante la "opinión pública", sea esta lo que queramos entender (y no es el momento para discutir qué es). No es necesario pretender ser objetivo o neutral, se busca ser completamente partidario de una posición u otra, sin interés en comprender. Casos extremos como el patético cavernícola del Daily Bigot siguen siendo más notables porque salen en un diario, pero no es difícil encontrar estos puntos de vista en la blogósfera local.

La cacofonía creada por puntos de vista completamente carentes de interés en discernir lo ocurrido, sino solo dedicados a machacar interpretaciones a priori, se ve fortalecida por la existencia de los nuevos medios. No me refiero solo a los comentarios que aparecen en ciertos posts, aunque son importantes manifestaciones de esta lógica. También es la importancia que se le da a ciertos testigos, la veracidad total que se le asigna a ciertos actores: si le creemos a todos los testimonios de todos los que se llaman testigos, o si los ignoramos completamente y solo creemos las versiones oficiales, es finalmente más reflejo de nuestras opciones políticas que de nuestra capacidad de discernir la realidad a partir de pedacitos dispersos.

Y esto nace de la falta de interés de los actores políticos por entenderse. No es un problema de comunicación, sino de Comunicación: lo primero sería si la voluntad existiera y fuese mal ejecutada; lo segundo es no querer escuchar al otro.

Pasemos a Irán: está claro que el conflicto que existe en ese país es gravísimo, y que la única manera que les queda a los opositores del payasito miope para comunicarse es tuitear o faisbukear. Los nuevos medios resultan un refugio a la voluntad de una cantidad significativa de iraníes por comunicarse, y un mecanismo para saber realmente qué está pasando.

¿O no? Quizá lo que está pasando es muy distinto a lo que estamos creyendo a partir de la evidencia mediática. Como en Bagua, sin prensa de por medio lo único visible es una bruma de impresiones sueltas creadas por aquellos que, desde una tribuna específica, quieren decirnos algo. No es igual, porque no se trata de acontecimientos discretos en zonas de difícil acceso, sino de una continuidad de sucesos en zonas urbanas; es más fácil que cobren vida virtual. Pero quienes hablan lo hacen desde una posición ya tomada, y lo que dicen lo escuchamos con toda intención de creerlos o no, según nuestra posición ya tomada.

Yo también creo que hay responsables, de ambos lados, de las masacres en Bagua y alrededores, en diversos grados, que deberían terminar presos; también me impresiona el caradurismo de personajes como la ministra del Interior, que ha sido incapaz de mostrar un mínimo de coraje personal para decir "nos equivocamos", en vez de sacar el cuerpo cada vez que ha podido; también me impresiona la esquizofrenia del presidente García y la transformación tardía, lamentablemente tardía de Yehude Simon de pseudo mastín en sensato y hábil operador político.

Pero también creo importante sacar lecciones de otro tipo: es imposible hacer política en el Perú sin partir por entender que no hay un solo discurso que funcione en todo el país; que no hay una sola visión de la "buena vida" que sea compartida por todos; que no hay buena voluntad y credibilidad como puntos de partida, sino más bien lo opuesto; que la comunicación, sin importar cuánta tecnología haya, no es posible si antes no asumimos que lo que el otro piensa es tan pertinente como lo que yo creo. Sin estas premisas, tanto la comunicación como la política en el Perú seguirán siendo, en un buen día, una payasada, y en uno malo, una tragedia.
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viernes, 12 de junio de 2009

Silencios

Una de las virtudes del blog es que no tiene cronograma. Uno se puede quedar callado.

La tragedia nacional ha sido sobrecogedora y apabullante. Hablar de ella se convirtió en obligación, entre amigos, con personas de la calle, o en la columna semanal. Varios columnistas en diarios han colaborado con la cacofonía, dado que es relativamente poco lo que realmente se puede ser decir que sea original y valioso.

Por eso mi silencio. Han pasado varias cosas importantes o relevantes en el mundo de la comunicación y la tecnología pero no están las cosas para ignorar lo que ocurre en el Perú; pero he preferido no aumentar el ruido. Este blog reiniciará su programación habitual a partir de mañana (es decir, publicaré sobre los temas que habitualmente cubro cuando algo aparezca o valga la pena), pero mientras tanto...

Tras una semana del ápice de la tragedia, quedan tres cosas claras:

1. El Apra no solo tiene un problema cognitivo, una dependencia enfermiza de las idas y venidas a su vez enfermizas del presidente García, y un problema moral. Todo eso lo sabíamos antes. Ahora también son la más palpable demostración del quiebre entre múltiples realidades que el Perú experimenta cotidianamente. Es inverosímil que su respuesta ante la crisis sea las sandeces de la ministra Cabanillas, el spot infame, o lo peor, esa foto en la juramentación ministerial de ayer, donde tanto la señora Vílchez como el reciente estrenado y próximo quemado ex-alcalde Allison exhiben sonrisas de matrimonio o fiesta de reencuentro, sin darse cuenta que para buena parte del país, estamos de duelo, por los policías asesinados, por los civiles muertos en la represión que todavía no sabemos cuántos son, y por el fin del gobierno aprista, que ahora solo sobrevivirá como zombie hasta el 2011, si tenemos suerte.

2. La carencia de oposición le hace un daño enorme al país. No me refiero a los blogueros histéricos, a los cavernícolas que piden más represión, o a las dirigencias populares envueltas en su propia burbuja de interpretación del conflicto, que con la cabeza caliente hacen imposible conversar. La reacción del humalismo es una demostración de su falta de sensatez y plan real de acción política: incapaces de participar en la verdadera lucha política, sin presencia real en la selva, se suben al carro y luego no saben cómo salir de él. La cuasi derogatoria del 1090 debería haber sido la oportunidad perfecta para demostrar que es posible hacer retroceder al gobierno: usarlo como ariete, enmarcarlo como derogatoria real y victoria de los opositores, y comenzar a mover las cosas para adelante. Pero incapaces de ver fuera de su propia burbuja radical, no quedaron contentos. La respuesta aprista es apresurada y lamentable, pero igual, en vez de poner el juego a su favor, quedaron como niños que botan sus juguetes del corral cuando no les dan lo que piden. Si se hubiera derogado el 1090, ¿qué hubiera pedido? Algo más, cualquier cosa, con tal de no estar de acuerdo con el gobierno. Un acto reflejo y carente de nada que no sea radicalismo por sí mismo. No vale la pena hablar del resto porque realmente no valen la pena.

3. El desprestigio del gobierno a nivel internacional es total. Ciertamente no habrán gobiernos diciéndolo abiertamente, salvo el inefablemente torpe Evo Morales o Chávez y sus adláteres, capaces de soltar estupideces hablando de "genocidio". Pero el tono de las informaciones y comunicados es profundamente negativo para el gobierno peruano, y francamente se explica por la sucesión de torpezas. Cuando el Guardian le dedica un "In praise of ..." deja en claro que, más allá de cualquier crítica que se le pueda hacer por su acción, Alberto Pizango ha sido legitimado como víctima y líder por las acciones del gobierno antes que por su propio accionar, el cual mostró poca conciencia de las consecuencias finales, sobre las que también tiene responsabilidad política, pero muy probablemente no penal. Además, coloca al gobierno del Perú como destructor de la amazonía y a los que protestaban en defensores de la misma, más allá de cualquier sutileza.

Desastre total. La única manera de recuperar un mínimo de confianza es encargarle a una comisión independiente la revisión de lo ocurrido en Bagua. Ayudaría además que salga el gabinete, al que nadie le cree, y sobre todo que la ministra Cabanillas se calle y no vuelva a mostrar su necedad con tanto entusiasmo. Pero es pedirle imposibles a Alan García, que ha demostrado ser incapaz de reconocer que lo ocurrido también es su responsabilidad.
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martes, 2 de junio de 2009

Panamericana: lecciones para el futuro

La crisis, que ya parece terminal, de Panamericana Televisión debería servir para plantearse en serio cómo enfrentar la relación entre la sociedad y las empresas que tienen el privilegio de explotar el espectro de frecuencias para hacer sus negocios.

Ante el apagón analógico y el cambio a la televisión digital, la importancia de reglas inteligentes es más aparente: ¿qué pasa con una empresa que para todo efecto práctico está quebrada, que le debe al fisco todo lo que se puede deber en todas las formas posibles, y cuyo único activo importante es una cesión en explotación de un recurso público? En circunstancias normales, y considerando el interés público, lo lógico es la liquidación de los activos y el inicio de un proceso ordenado de cesión del recurso público a agentes económicos solventes y bien organizados.

Por las razones tradicionales de miedo a, acompañado de contubernio con los medios, los gobiernos no han querido enfrentar la necesidad de crear mecanismos de resolver este conflicto. Ya la caída de América Televisión en el gobierno Toledo fue una señal: la empresa terminó en manos del consorcio plural pero en ningún momento se planteó seriamente la desaparición y el concurso público para reasignar las frecuencias de América. Ahora, con mayor razón debería haberse planteado algo así, pero se ha terminado creando este esperpento intervencionista que no le hace bien a nadie, ni siquiera al gobierno, que sobredimensiona la importancia de Panamericana, a cambio de abandonar cualquier pretensión de juego limpio. Es ridículo que se esté tratando de justificar los cambios de la línea periodística con argumento alguno que no sea el verdadero: acomodos políticos. Las deudas a los trabajadores se pueden resolver liquidando el poco capital que le queda a la empresa (vendiendo el edificio, por último) y el Estado puede resarcirse licitando públicamente, por un precio interesante, las frecuencias que ahora explota Panamericana. Reflotar es inviable y finalmente implica un crédito de los peruanos a esa empresa, puesto que cada día que pasa sin que se recuperen los activos y se paguen las deudas es un día que el Estado peruano está prestándole dinero para intentar recapitalizarse.

Las reglas, pues, deberían ser claras: el mismo trato que cualquier otro deudor del fisco recibe, y sobre todo, no permitirle a la empresa negociar con un recurso público, las frecuencias, como palanca para la supervivencia. No tiene sentido legal, económico ni social. Bajo esta lógica, las empresas fallidas deben salir del mercado, y sus reemplazos deben comprometerse a hacer las cosas mejor. Frecuencia Latina, deudora al Estado, debería ser la próxima en irse; América debió desaparecer, como ahora debería estar haciéndolo Panamericana. No estoy seguro si Andina (canal 9), RBC y Global no debería seguir la misma suerte. Sostenerlas con el dinero de todos por un falso prurito de respeto a la libertad de prensa, que no es más que contubernio entre políticos y empresarios, es una inmensa inmoralidad.

No espero que nadie se plantee en serio este tema. Pero por lo menos, valdría la pena discutirlo. Ojalá que mirando hacia el futuro de la televisión digital, alguien se atreva a decir en la televisión, que no hay que perdonarle la vida a las empresas de televisión cuando no se lo merecen, ni antes, ni ahora, ni en el futuro.
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